Deriva
tabaibera (o tabaiberil)...
... la isla antes
verde, se ha vuelto opaca, gris, triste. La lluvia ya, no riega; tampoco
se almacena o represa agua, total, ¿para qué? Los estanques están rotos, se
salen todos. Ya no se venden frutas de aquí; tampoco hortalizas. Se acabó la
alegría. Ningún proyecto en marcha. Caminos, ¡ni los llamados reales, quedan
expeditos o abiertos! La isla se ha asilvestrado (la han asilvestrado, ¡y no
intente usted reabrir un camino de toda vida, porque le puede costar la
misma!). La situación real, es muy triste. Ya sin actividad agrícola ni
comercial alguna.
Tierra ya no queda, todo es selva. La frondosidad fue del
pasado. El cabildo y el gobierno frenan todo proyecto y proceso, salvando sus
poderes y sus privilegios, que solo consiguen exilios y víctimas. Las urbes
multiplican y crecen en habitantes, procedentes del campo. Se sufre, y no hay
retorno. Va en cabeza el egoísmo político, que abusa de una falsa democracia.
Democracia que recuerda dictaduras. Ante este panorama el miedo y silencio de
los medios de comunicación comprados, llaman la atención. Cada vez más, el
campo se aleja. Ya sin actividad alguna (salvo la deportiva [futbolera y otras]).
Se ve, un futuro sin solución (¡aunque las hay!, pero...). Todavía se pueden
observar resquicios agrícolas y ganaderos del pasado. Se pierde arquitectura,
arqueología, etnografía..., ¿con qué nos quedamos? Solo desarrollamos
subdesarrollo. No ya estancados, sino retrocediendo o avanzando en la vorágine
destructora de todo lo de ayer. Ya, ¡ni los cuervos se ven! Ya, todo campo es
de fútbol, o no es campo. Lo nuestro es un descarado y evidente estancamiento
económico, que perdura. No hay trabajo (aunque sí dónde y en qué trabajar). Lo
que sí hay (tener, ser o estar), es un futuro muy incierto. Las montañas (y
más), comidas por los pinos. La floresta a sus anchas, en plan salvaje.
Todo ha sido integratorismo,
internacionalismo, globalismo..., y pérdida de lo doméstico, local,
reducismo... Y no emergemos. Imposible sin empresas (las que no tenemos, ni
hay). Nada producimos (¡cuando pudiéramos producir de todo-todo!). También
tenemos deudas (¡en eso somos ricos!). No damos trabajo, ¿acaso educación,
vivienda, sanidad...? ¡Cuando pudiéramos ser una potencia envidiada! Ricos
también en flora autóctona (¿?). Ricos también en miseria, delincuencia,
corruptelas... Otros árboles, que fueron fuente de riqueza, sustituidos por
pinos, ¡lamentable e irracional, salvo intereses espurios! Riquezas de flora y
fauna, venidas a nada. Nada se planea. Menos se proyecta. Malezas, que quemadas
darían cabida a ganadería y agricultura, Pero, ¡quiá! Cultivamos tabaibas.
Mucha vegetación inútil, muy ecológico todo. Ya sin productos tropicales
propios...
El Padre Báez.
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“... espían al pobre, acecha como león en
su guarida, acecha al desgraciado... se agacha y se encoge y con violencia cae
sobre el indefenso...” (salmo 9B). / “... no hacen más que mentir... embusteros, con doblez de corazón...
labios embusteros y lengua fanfarrona... para chupar como sanguijuelas...”
(salmo 11). / “... ¿hasta cuándo...?..., ¿hasta
cuándo...?..., ¿hasta cuándo...?..., ¿hasta cuándo...?...,” (salmo 12). / “... se han corrompido... se
extravían... obstinados... malhechores, que devoran al pueblo...” (salmo 13). / “... un árbol plantado... no deja de
dar fruto...” (Jr.
17, 7-8). / “... ¿cuál es su
riqueza?... un trigo que desarrolla a los jóvenes... los aguaceros, da pan al
hombre... los fetiches prometen en vano...” (Zc. 9, 1-10, 2).
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