lunes, 11 de julio de 2016

pitas, pitas...

¡Pitas, pitas, pitas...!...
... que se nos decía: “¡échales de comer a las gallinas!”, y ese era su llamado, y ya pudieran estar donde estuvieran, que al “¡pita, pita, pita...!”, acudían unas sobre otras, al millo que se les echaba en el patio, o fregaduras o restos de comida del almuerzo. Toda una cultura, y una relación con los animales, como lo había para cada uno diferente, bien fuera el gato u otro animal, que cada uno tenía sus propios términos para ser llamados, y acudían.
También estaba el: “¡rre, rre, rreee...!”, para las cabras; pues, cuando ando ahora con las gallinas, a las que no suelto del pensamiento son a las cabras, y es que siempre estuvieron unas y otras en nuestras vidas, como parte fundamental de la economía y alimentación, bien nosotros a ellas, o ellas a nosotros, cuya reciprocidad las hacían indispensables en la vida y sociedad. Cabras y gallinas, gallinas y cabras, formaban un tándem, un par de animales que no faltaban en ninguna casa; ahora, para y por desgracia, ni unas ni otras. Y sabido es, cómo el cabildo las busca para matarlas, sin consideración alguna, y en contra de la voluntad al cien por cien de toda la sociedad, incluidos sus propios trabajadores. Queden pues en el recuerdo esta actividad que nos ayudó a crecer, y en lugar de andar con el móvil todo el día en las manos, teníamos la jose (hoz) y el saco, y andábamos por entre chozas y gallineros, en una actividad con los animales, que nos hacían más humanos.
El Padre Báez, evocando tiempos que se fueron, y hoy en concreto, los términos (vocablos o frases) con los que llamábamos a las gallinas, que asociándolo a su comida volaban hasta donde uno. Hoy, si así trataras a unas hipotéticas y posibles gallinas, no te responderían, pues era algo congénito y desde unas a otras y desde atrás, estos animales, habían asumido que así o de esta manera se las llamaban y acudían, un “idioma” ya perdido en ellas y en nosotros, donde ya no es posible ninguna conexión o relación, sencillamente, porque corren idéntica suerte que la de sus hermanas las cabras. Es, lo que había, y lo que hay.
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Más que sospecha, la realidad: contestación de Isidro Santana León a Don Pedro Toledo:
Siento que padezca usted el síndrome del colonizado que tanto afecta a la mayoría de nuestro pueblo canario. Inoculado este, naturalmente, por el proceso de asimilación colonial impuesto por España hace más de 500 años sobre la psique de nuestra gente. No es mi culpa que esta sea la realidad y usted, como persona que no va al fondo o génesis del problema, o quizás lo desconozca, lo circunscriba todo a los canarios lameculos que nos gobiernan y a un periodo actual que es simple consecuencia de lo que ya le he mencionado. Mi forma de expresarme, a veces soez, no es tan lesiva como el daño criminal que se le a nuestra ignorantada gente por parte de la imposición que padecemos bajo la bota de España y sus mayordomos en la colonia.
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Israel ofrecía a Yahweh chivos o machos cabríos (Is 1, 11-17).

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