martes, 19 de julio de 2016

en el estadio...

 
En el estadio de la U. D. Las Palmas, cual gallinero...
 
... la afición se comporta como las pollitos, con el clásico : “¡pío, pío...!”, a  los que ridícula e infantilmente imitan, y ello cual si los jugadores fueran gallinas, porque otra cosa sería si en lugar de piar, balaran, pues como que no sería lo más propio, pero ¡es lo que hay!, que hasta en el estadio, en sus días de gloria, ¡si es que a meter goles se le puede llamar alguna gloria o hazaña, los así idiotizados astutamente por los políticos que han barrido del campo a los campesinos y los meten en campos de deporte, en lugar de recordar a sus cabras matadas o tabuladas -otra forma de matarlas, con piensos, y sin sol- digo, que en lugar de como cabras, se portan como pollitos, que pían y no de hambre, sino de alegría.  Una referencia más -¡y tengo tantas!-, que no sé si les estoy o no cansando, y ardo en deseos de y en meterle mano al escrito basura del cabildo a través del miedoambiente enviado a Don Pedro Toledo, que nos vamos a -como dicen los de anda-Lucía-, a jartar de reír, porque es un documento propio de payasos, que lo único que consiguen es que nos riamos aunque sea de rabia (y también el que me enviado el Diputado del Común, con referencia al cabildo y su hacer de matar las cabras, que no le contesta). Que vuelvo a ese gran gallinero, cual granja de varios miles de pollos, gallos y gallinas, en el que se convierte con relativa frecuencia el estadio capitalino con el grito alegre de los seguidores del deporte adormecedor cual droga, que sale de sus fueros y llenan las calles, con un “¡pío, pío...!”, como premio, por los huevos -perdón, por los goles que meten-.
El Padre Báez, que recorre así la omnímoda presencia de nuestras granjas en la vida y deporte de los tabaiberos, que imitando a las y los hijos e hijas de las gallinas, se desganatillan con un ridículo y espectacular sonido gallináceo o polleril: “¡pío, pío...!”, que ya -puestos- debieran balar, como cabras, por si no las matan o simulando están heridas. Pero, ¡a todo se llegará! Es mi propuesta: cambiar el “¡pío, pío...!”, por balidos.
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Les recomendó echen un vistazo al vídeo, que con cariño alguien me envía (crisnavsaa). Cosa que es de mucho agradecer, por el detalle.
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“... nuestros opresores...” (salmo 136). / “... acrecienta el valor...” (salmo 137). / “... corregíos mutuamente...” (Col 3, 16). / “... no te falte el aliento... y confía... y sigue... cumple...” (salmo 142). / “... resiste...” (1P 5, 8-9).
... la afición se comporta como las pollitos, con el clásico : “¡pío, pío...!”, a  los que ridícula e infantilmente imitan, y ello cual si los jugadores fueran gallinas, porque otra cosa sería si en lugar de piar, balaran, pues como que no sería lo más propio, pero ¡es lo que hay!, que hasta en el estadio, en sus días de gloria, ¡si es que a meter goles se le puede llamar alguna gloria o hazaña, los así idiotizados astutamente por los políticos que han barrido del campo a los campesinos y los meten en campos de deporte, en lugar de recordar a sus cabras matadas o tabuladas -otra forma de matarlas, con piensos, y sin sol- digo, que en lugar de como cabras, se portan como pollitos, que pían y no de hambre, sino de alegría. 
Una referencia más -¡y tengo tantas!-, que no sé si les estoy o no cansando, y ardo en deseos de y en meterle mano al escrito basura del cabildo a través del miedoambiente enviado a Don Pedro Toledo, que nos vamos a -como dicen los de anda-Lucía-, a jartar de reír, porque es un documento propio de payasos, que lo único que consiguen es que nos riamos aunque sea de rabia (y también el que me enviado el Diputado del Común, con referencia al cabildo y su hacer de matar las cabras, que no le contesta). Que vuelvo a ese gran gallinero, cual granja de varios miles de pollos, gallos y gallinas, en el que se convierte con relativa frecuencia el estadio capitalino con el grito alegre de los seguidores del deporte adormecedor cual droga, que sale de sus fueros y llenan las calles, con un “¡pío, pío...!”, como premio, por los huevos -perdón, por los goles que meten-.
El Padre Báez, que recorre así la omnímoda presencia de nuestras granjas en la vida y deporte de los tabaiberos, que imitando a las y los hijos e hijas de las gallinas, se desganatillan con un ridículo y espectacular sonido gallináceo o polleril: “¡pío, pío...!”, que ya -puestos- debieran balar, como cabras, por si no las matan o simulando están heridas. Pero, ¡a todo se llegará! Es mi propuesta: cambiar el “¡pío, pío...!”, por balidos.
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Les recomendó echen un vistazo al vídeo, que con cariño alguien me envía (crisnavsaa). Cosa que es de mucho agradecer, por el detalle.
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“... nuestros opresores...” (salmo 136). / “... acrecienta el valor...” (salmo 137). / “... corregíos mutuamente...” (Col 3, 16). / “... no te falte el aliento... y confía... y sigue... cumple...” (salmo 142). / “... resiste...” (1P 5, 8-9).

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