martes, 2 de septiembre de 2014

rapto

Nos secuestran las tabaibas…
 
“… y hubo una gran hambre en todo el país…” (Jesucristo: Lc 4, 16-30).
 
“… Padre lleno de bondad, tú has querido que los hombres trabajáramos de tal forma que, cooperando unos con otros, alcanzáramos éxitos cada vez más logrados…” (de la oración de la Hora intermedia [Tercia]).
 
“… ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada…”  (de la oración de la Hora intermedia [Sexta]).
 
“… dos lecciones les doy todos los día: una consiste en reprender sus vicios, otra en exhortarles  a progresar en la adquisición de virtudes…” (Del libro de la Imitación de Cristo [Libro 3, cap 3]).
 
… ese gran número de tabaibas (incontables), nos tienen retenidos, tenidos, frenados, acabados. Cada vez son más, el número creciente de nuevas y jóvenes tabaibitas, que crecen y se multiplican copando masivamente el terreno que colonizan y empobrecen envenenándolo todo (personas, aire, tierra, aguas, etc.). Es, como si las tabaibas pertenecieran a Boko Haran (sinónimo de cabildo [el seprona y el miedo ambiente]), que como en Nigeria, aquí, nos tienen condenados. Se trata (ambas), de violencias, se trata de una y otra vez, reincidir en lo mismo, y desde hace ya demasiado tiempo, y siguen (ambos [los citados y las tabaibas]). Y es, que les es común y propio el caracterizarse (ambos) por la labor terrorista que llevan a cabo o tienen entre manos. En el fondo, no es sino al negar todo permiso y multar por todo, faltando al respeto a la dignidad (no hablo de niñas secuestradas –que también- sino) de pobres víctimas campesinas (campesinos), que como personas que son, tienen sus derechos y se los han usurpado, quitados y multados. En el campo, como en Nigeria, se trata de víctimas inocentes: allí niñas y mujeres, aquí mayores y gente que no saben hacer otra cosa sino cuidar de la tierra y de los animales, y se les prohíbe e impiden ejercer lo único que saben hacer, y ni siquiera se les permiten pasen sus conocimientos y sabidurías a generaciones jóvenes, de cara en un futura mantener nuestra tradición y señas de identidad. Pobres ancianos -ya no quedan sino viejos- que inocentes, cuales niños, son vulnerables por la edad y circunstancias (miedo, terror, acoso, castigos, etc.), y sobretodo indefensos, toda vez que salvo esta voz en el desierto (la de un servidor), nadie aboga por ellos, y son el olvido de la sociedad, medios, política, etc., y nadie se atreve a condenar de forma categórica  y enérgica tal atropello, igualado al citado más arriba, al comienzo. Duros y sin corazón, se apenan por las primeras, y se olvidan de estos desgraciados nuestros, que sufren más que aquellas, y desde hace más tiempo, sin ver horizontes de liberación o libertad, sino la muerte agónica y desaparición de la vida que supone toda actividad campestre al día prohibida y castigada, pues todo el terreo es poco si de la propagación -sin sentido-  de la maldita tabaiba se trata, protegida cual si fueran los ojos de Dios. Horror es lo que padece el campo, que no es comparable con el otro. Ya que se hace sufrir al campesino en su cuerpo, en su mete, en su espíritu, en su familia, en su propiedad, etc. Y es el mayor sufrimiento: la humillación. Al no permitirle una cabra (perros, ¡todos los que quiera son pocos!), ni plantar un olivo, si para ello tienen que arrancar tres cerrillos, y previamente pedir permiso, permiso que le niegan, porque los cerrillos valen más que las aceitunas. ¡Coman cerrillos -como cabras-, los hombres! Y nadie condena este tipo de acciones de un grupo tal a la orden cabildicia de: ¡a por ellos!, ¡no quede ni uno!, ¡todo de tabaibas!...
 
El Padre Báez.
 
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Uno más entre tantos, que como ven da ánimos (aunque exagera):
 
Estimado Padre Báez:
Sigo con sumo interés todas las noticias acerca de sus publicaciones, comentarios y escritos. Preciso, todo lo que internet me permite saber al respecto.
Soy un admirador profundo suyo, no le llego a usted ni a la suela del zapato en erudición, sobre el tema de la agricultura y ganadería, y cultura de los antiguos canarios. Ha sido a partir de  este interés gracias a usted, que difundo sus ideas entre mis amigos y contactos, principalmente en la isla de Gran Canaria. La última vez trate de ver como saber de usted, pero no logré localizarlo. Mala suerte, a ver si la siguiente ocasión, ahora en septiembre tengo la suerte de expresarle las gracias por lo mucho y bueno que ha estado haciendo usted para la difusión y defensa del campo y los campesinos.
Padre Báez, me gustaría saber si hay alguna manera de seguirle a usted por internet en algún grupo de noticias, foro o similar, donde se pueda mantener comunicación con cierta regularidad.
Aprovecho para mandarle un muy cordial saludo y darle de nuevo las gracias por esa pasión y conocimiento que pone transmitiendo la herencia y la memoria de uno de los pueblos más nobles y heroicos como lo fue el de los antiguos canarios, al presente tan denostado por los políticos que tenemos.
P. C.

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