viernes, 26 de septiembre de 2014

m. c. s.

Las tabaibas no son noticias…
 
“… recogeos en los montes… la tierra entera se volvió abundante y fecunda para pasto de las ovejas…” (del sermón de san Agustín, obispo, sobre los pastores).
 
“… guardará como pastor a su rebaño… hacia el trigo… y los rebaños de ovejas y de vacas” (del Cántico de Jeremías 31, 10-14).
 
“… el trabajo nos urge…” (del himno de la hora intermedia del jueves I).
 
… a pesar del secuestro que suponen, por su parte, respecto al hombre del campo. Nadie sabe cual va a ser el paradero final de los campesinos que se resisten a abandonar sus propiedades. Sí sabemos la forma tan brutal que ejercen contra ellos los del cabildo. Son dos ejércitos al ataque y derribo del campesinado. Les llegan en rancheras y otros autos, y les vigilan por el aire desde helicópteros. Saben perfectamente dónde hay un campesino, dónde están todos (los pocos que van quedando). Los sacan de sus casa (ya pueden hasta estar durmiendo). Van a por ellos (con el aviso de la receta). No respetan a nadie, ni a los mayores, por más que pasen de los 90 años. Gentes ya que padecen hambre (y enfermedades). Los amenazan fijo. La cosa es más que grave. El campesino corre mucho peligro (de multas, sanciones, robo de sus propiedades, cárcel, suicidio, etc.). El cabildo los secuestra.  Sus soldados penetran con frecuencia impunes en sus casas y propiedades. Con incursiones constantes. No respetan a nadie. Prohíben cualquier trabajo en la tierra; menos tener animales (salvo perros, todos los que quieran y más, sin problema). Perros, que ya no cuidan casas, ni fincas, ni cosechas, ni nada, sino a alimentar cuando no tienen ni para ellos. El turista, ve un campo muerto. Ser del campo es sinónimo de no tener libertad. Nadie condena esta situación real y alarmante. Todos dan la espalda al campo. Nadie aboga y exige la libertad de los campesinos. Están secuestrados. Nadie condena este cruel ataque a la propiedad. Son actos -llana y simplemente- de una feroz violencia. Es, una amenaza y un ataque a la dignidad humana (pero nos hablan de esto mismo, pero lejos de aquí, de fuera). El campo debe ser liberado de esos dos ejércitos que sirven al cabildo. Aquí ya, no es cosa de decir todo el campo es orégano, sino todo el campo es tabaibas, que suplantan toda acción, por más que milenaria, para convertir toda la isla en reserva de dicha planta, que se expande prodigiosamente, sin freno, ¡y nadie ose tocarlas!, porque les cae el peso de la ley, que arruina la economía, y hasta la vida del desaprensivo que cometió tal delito: ¿arrancar una tabaiba?, ¡ni te atrevas!
 
El Padre Báez.
 
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Es, o se trata de otro más, entre cientos diariamente. Imposible darle salida a todos, solo uno por día (al azar). Hoy, le tocó a éste:
 
“Buenas noches Padre Báez.
En primer lugar le doy las gracias por enviarme sus artículos de opinión, por cierto, muy buenos y que comparto” (J. M. M.).
 

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