lunes, 8 de septiembre de 2014

paro

Las tabaibas los para…
 
“… da alimento…” (del salmo 110).
 
“… da pan a los hambrientos…” (de las preces de II Vísperas del Domingo III).
 
“… lo saciaré…” (del salmo 90).
 
“… y que le diese una hogaza de pan al día…” (del profeta Jeremías, 37, 21).
 
“… esta hambre… anhela saciarse…” (del sermón de san León Magno, papa, sobre las bienaventuranzas).
 
… y así, vemos a hombres (y mujeres) que pudieran estar trabajando en el campo, sin hacer nada. Desconcierta el dato de paro creciente por más que nos lo quieren reducir y engañan en ello. Cada vez hay más paro, y más que habrá, mientras las tabaibas no cedan el campo a sus legítimos dueños, los campesinos, para el pastoreo y el cultivo. Estragos están ocasionado las tabaibas, que ciegos por el deporte, nadie quiere ver. El cabildo ha instaurado la tiranía en el medio con su miedo y el sepro; ambos se pasean despóticamente, de forma y manera brutal, con una represión nunca antes vista mayor. Tal es el dato, que el pueblo campesino ha sido reducido a la mayor de las impotencias: nada puede hacer. Ante lo inhumano del trato, muchos son los suicidios no contabilizados, para que no se les imite o copie. Que a pesar de tener y ser el lugar más rico del mudo, no tengamos cultivo alguno ni ganadería, es algo que no tiene -sencillamente- nombre. Carecemos de todo, hasta de lo mas elemental (ni siquiera se ven cercados de millo para el gofio). Nos han anestesiado con el balón cesto y el fútbol, y otra cosa no se ve, ni de nada se habla que no sea del deporte. Mientras, la miseria galopa. Los campesinos, padecen un strés constante, con el miedo pegado al cuerpo, inquietos porque pueden ser mutados por cualquier bobería que hagan en sus propias tierras, por lo que tendrán que pagar multas abusivas o reclusión carcelaria. Tortura mayor no hay, y es cosa de psiquiatría. En el campo, nadie está seguro de no ser multado, sancionado, torturado, etc. Cualquier chorrada futbolera, tiene una importancia mayor que cualquier información de lo que aquí denuncio (sobre lo que cae una pesada loza de silencio). Atrás quedó el franquismo y se creyó la democracia traería libertad. Los hay nostálgicos de la invasión del siglo XV, ciegos al presente de lo que le gana en crueldad, y donde el anciano es arrinconado y al joven se le priva del bagaje que supone su Historia y tradición. Y ahora, ya no vienen de Castilla, sino del propio cabildo endófobo, que ve en sus paisanos del campo, al enemigo a abatir…
 
El Padre Báez.
 
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Hoy, solo me quedo, con esta frase “por si lo breve dos veces bueno”,  escrita por un muy buen amigo,”:
 
“No tenemos fuerzas, ni para defender el derecho a plantar un surco de papas”. (M. A. M.).

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