jueves, 5 de julio de 2012

Leyes desde las oficinas, para el campo (sin pisarlo).

Es la opinión sabia de un simple, sencillo y noble pastor, al que se le vigila y persigue cual si fuera un terrorista y hay que sancionarlo, multarlo, prohibirle, para aburrirlo, y cansarlo de tal manera, que deje la profesión, y abandone la profesión que es la más vieja del mundo y con la que gana con dificultades su sustento.

Habría que analizar despacio, lo que viene de título, y darse cuenta, que tiene más razón que un santo. Porque a nadie sensato, y en el campo, se le puede ocurrir que una zarza, esté protegida, o los billones y billones de tabaibas, y que usted, no pueda tocar una, porque te caen con la ley, leyes hechas en sus oficinas, para proteger todo, menos la profesión de pastor o agricultor, a los que se les ponen toda clase de trabas, de prohibiciones y de sin razones, que nadie se explica cómo hacen lo que hacen y dicen lo que dicen y que por algo completamente normal, y cuerdo, por lo que se ha hecho toda la vida, te venga alguien con uniforme a decirte si tienes permiso, que eso no se puede hacer, y ¡multa que te pego!

Desde una oficina, sin ser del campo, sin conocer el campo, no se puede legislar y poner normas, prohibiciones y demás tonterías. Menos, que niños criados en la capital, vayan o vengan al campo a enseñar a un anciano lo que hay que hacer, o que te prohíban segar la rama de las papas, para poder cogerlas, por no saber se trata de papas, y creer es una flor y hierba protegida (y esto no es cuento, que le ha pasado a más de una persona, pero esto es lo de menos, que las hay gordísimas, y este pueblo noble, calla y paga, sin protestar, y aguanta sin fin, hasta perder la vida por culpa de atropellos y abusos, ya que te acosan, te controlan, te visitan, te prohíben, te mandan a pedir permiso, pero ya camina por delante la multa.

Este pueblo debe ya, organizar y solicitar no se persiga al hombre del campo, se le deje tranquilo, y se derogue todas esas leyes ridículas y absurdas, que más parecen solo son para recaudar y al mismo tiempo, para aburrir al campesino, y quitarlo de su ambiente. Más todavía, la justicia, debe devolver y obligar al cabildo o/y gobierno, devuelva ese dinero a los que han multado, por no haber cometido delito alguno, sino por trabajar y hacer lo que siempre se ha hecho: cuidar de la tierra y de los animales.

El Padre Báez.

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