martes, 10 de julio de 2012

500 cabras...

500 cabras,
5 hombres:
¡Nunca música mejor (su balidos)!; nunca foto mejor (las cabras al sol unas; otras regresando del ordeñe, en tropel; otras, esperando ser ordeñadas. Todo un ceremonial, cual ritual. Rutina diaria incluidos festivos y Domingos. Allí, la cámara frigorífica del queso, los estanques de la leche, la sala del ordeñe. Un hombre (joven), limpiando el queso; dos hombres en las chupas de las cabras en la ordeñadora; el cuarto, anda entre las ya ordeñadas –las ama hasta llorar si una enferma, muere o es sacrificada- el quinto, me acompaña (es el dueño, que tiene siempre faena), A veces, le acompaña una mujer, la mujer, y ello, sobretodo los días en los que los trabajadores, no trabajan.

Difícil traducir experiencias, relatos, historias, quejas, temas sobre veterinarios y medio ambiente, exigencias absurdas, el ajardinamiento, el entorno, el diario (se ríe), se queja (de los precios del queso comparando) los olores, el estiércol, el mulo, las ovejas, y tanto, y tanto, que no, no cabe en un pequeño comentario diario. Pero, no dejo de relatar, ese alto en la jornada caprina o cáprica de Tomás..

Son o es las doce del mediodía, y puntual como el reloj, la pequeña cocinilla de gas, con la cafetera al fuego; la leche, recién ordeñada, y del (o de la) ubre a la mezcla, y allí los trabajadores y dueño, incluido el invitado –un servidor- y la mujer. Aquello, fue, el mejor café con leche de mi vida. Había para acompañarlo, pan, galletas y gofio, pero sobretodo, queso, ¡el queso! Es decir: de las cabras, la leche y el queso, justo esa meriendilla a media mañana al partir el día.

La visita al entorno, donde casa de siglos atrás, y antes de los guanches, con los restos de cerámicas delante de las casas-cuevas, alpendre vacío y roto pajar, por donde las mejores higueras, y los olivos. Pongamos que hablo de Barranco Seco, por donde Los Caserones, exactamente, de “El Espigón”, nombre que lleva el queso, de La Higuera Canaria. Y hablo de este queso, porque regalado uno de ellos, es lo mejor que ha entrado en mi nevera, y lo mejor que se haya puesto en mi mesa. Un queso artesano, de cabra y oveja, a base de leche pasteurizada, que no tiene parangón.

Y si queso regalo que es un tesoro, no lo es menos, el que el dueño y mujer, me llenaran sendos sacos de estiércol, para mejorar mis olivos, con el mejor abono, y que en generosidad extrema, hasta te lo traen a tu propia casa. Así es mi gente; así es mi tierra; así son nuestras tradiciones; así es nuestra historia.

Volviendo al título: 500 cabras, 5 hombres, vemos ahí la economía, el trabajo, la desaparición de la crisis, la vuelta al empleo. Si fueran 1000 cabras, trabajarían 10 hombres, y si hubiera tantas otras explotaciones como ésta, en los distintos lugares de la isla, y si en lugar de ayudar al queso que viene de fuera, se comercializara y vendiera el solo nuestro, se acabaría la crisis. Comida para rebaños mil, tenemos de sobra, y si no se la come las cabras (y ovejas), se las come el fuego, o se asilvestra todo, se apelmaza, por falta de pezuñas que horaden la tierra, y cagarrutas que la abone. Pues he ahí la solución de la crisis, si los políticos, cambiaran cabras por turistas.

El Padre Báez.

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