lunes, 21 de febrero de 2011

CARNAVAL Y JUAN CRUZ:

 
 
    En mi vida, gastaré un minuto, en defender el carnaval, porque me da vergüenza, que una fiesta de tres días pase de tres meses en su celebración, y tanto, que hace ya casi tres semanas en La Oliva, enterraron la sardina, sin que en el mundo, éste –el carnaval- haya comenzado, pues falta todavía un mes. Y he aquí, que otro tema, no hay en prensa, radio y televisión, sino las máscaras, y tanto, que da hasta asco, pues es una fiesta sucia, amoral, indecente, y que no merece en positivo sino una cosa, al menos por este año, que si algo bueno ha tenido este carnaval, ¡por comenzar en el mundo!, y que aquí, ya estamos hasta cansados de él, y desorientados, al ver que premios y otras chorradas pasan a ser noticias de noticiarios tabaiberos, porque no hay paro, ni crisis, ni hambre, sino carnaval, carnaval y carnaval. Pues el pregonero –un tal Juan Cruz- tiene para un servidor, no un diez, sino matrícula de honor; lo mejor. Nunca antes se nos dio la inmensa e inmedible lección -que al final de mi comentario les comentaré-, y ello, porque no todos coinciden con mi apreciación, ya que cual si de un discurso de alto contenido filosófico y trascendente se tratara, no han faltado quienes lo suspenden con un cero, y es que dicen estos amigos de los carnavales que no acaban, y lo ven como lo central de la vida del Gran Tabaibal, que dicen del pregonero, que desencantado el pueblo, ¡digo será  porque es de Tenerife quien pregonara!, que no sé si por eso; que añade
que fue un hortera, sin que un servidor sepa qué quiere decir eso de hortera, pero me remito a reproducir lo que oigo y me dicen, mientras lo leo o escucho con asco, que habiendo sobre que hablar y con la que está cayendo nos ocupemos de estas mariconadas, es que no es de recibo, pero me lo piden, que comente y ahí estoy o ahí está. Los hay que se sorprenden que llevado a un prostíbulo el pregonero siendo adolescente, no gustándole las mujeres, salió sin perder la virginidad, que luego desviaría hacia el sexo de si mismo, según me dicen que a mí no me consta, ni me interesa, ¡allá él!, creo hizo referencia a sus vidas nocturnas de bohemio, con extravagancias –anticipo del carnaval que iba a venir- que el muchachito, se mezclaba con toda la basura nocturna –retratando una isla que duerme de día, y se matan por una careta y disfraz-, que el pregonero -le echan en cara- que no hiciera referencia al carnaval, con conexión religiosa, eclesiástica y cuaresmal, que es la única justificación, para que tres días antes del miércoles
de ceniza, se tenga unas ciertas bromas, y comida especial de tortillas de harina y gofio, con huevos y leche, algo de limón o canela, y con miel de caña, sino que derivó en noches de drogas y sexo –justo lo que es es carnaval- y que –persona tan sumamente culta, no fuera entendida, y hasta se le llama injustamente que solo dijo sandeces (que no creo), pero es lo que dicen o/y me dicen –que dicho sea de paso, no me preocupa lo más mínimo (ya saben ustedes que mi preocupación es por las cabras que desaparecen y la agricultura que no vuelve [¡a saber si alguna murga ha cantado algo de esto!]), y es el caso, que Don Juan Cruz, ¡vaya cruz!, que como Dios los crea y ello se ajuntan, habló de su amigo del alma el “Momo” en el Ajunta y miento de Las Palmas, que es como sabiamente el pregonero, se refirió a la capital, quitándole en más de 200 veces que citó a la ciudad, sin necesidad de la horterada –ya se lo que significa este término- añadiendo a Las Palmas,  lo “de Gran Canaria”, que no hace falta, porque a otra “Las Palmas” es imposible referirse; pues que habló de sus relaciones jeronimianas. Y sorprendido quedeme, cuando alguien me dice que el carnaval es pobrísimo, cuando tengo entendido, que la crisis, no le ha afectado lo más mínimo; y me digan que el carnaval tiene una bajísima participación, cuando por la prensa sabe uno, que colas inmensas e inmedibles han pasado tres días con tres noches, durmiendo en la calle, para comprar una entrada para ver a unos hombres disfrazados de mujeres sobre botas de medio metro y casi desnudos, o desnudos totales, y que la masa no pueda entrar en el recinto y lo merodean masivamente, más que pál pino, y más que a nada, porque es la fiesta de las fiestas, la fiesta que dura y dura y no acaba en todo el año, pero con fuerza en más de medio año y en duración como unos cuatro meses, total todo el año, que si carteles, que si candidatas, que si concursos, que si..., no se, porque les juro, no me paro a ver, ni a leer absolutamente nada de algo que me da asco. Que me dicen, el gran Juan Cruz,   pudiera repetir el pregón el 24 de junio día de San Juan bendito, por mí, no creo haya quien lo haga mejor; tal vez, no se entienda, porque listo e inteligente es como pocos, pero, ya se sabe los burros no saben de caramelos; que a nadie se le prohíbe se disfrace y vaya de casa en casa, pidiendo un huevito, y enseñando el conejito (¡vamos un conejo de verdad, con un lazo, y llevado en un bolso! y mostrarlo), y que el que no se disfraza el Domingo antes o el martes antes del miércoles, es porque no quiere, sin necesidad de ir a ningún otro sitio, sino en su barrio, calle y familia y amigos. Que se ha desfigurado el carnaval, y esto ya es no otra cosa, es una vergüenza y humillación ante el mundo trabajador, que aquí estemos cuatro meses pendiente a cuatro que se pintan el cuerpo y otras chorradas; que –amigos tiene uno que aboga por un carnaval de diez días-, ¡qué barbaridad!, si el calendario le da tres días, mi amigo como que lo triplica y un día más... Pues, que les dije al principio que calificaba a Don Juan Cruz, periodista de lujo, y hombre culto donde los haya, que lo mejor de su pregón, fue y es, que es el primer carnavaleo, que en medio de tanta gente disfrazada, hasta este año, todos los pregoneros –pero todos- menos
éste, venían disfrazados; Don Juan, vino de chaqueta y pantalón, con camisa y calzado normal, ¡como Dios manda!, y no haciendo el payaso o el tonto. Así, que magnífica lección, para sucesivos pregoneros, que den la cara, que no se disfracen, porque si algo sobra, es precisamente, disfraces.  A mí, lo que dijo, me trae sin cuidado, pero lo que hizo (eso de no disfrazarse), es lo mejor que he visto en mi vida en carnaval alguno (a ver si aprenden los por venir, que por otra parte, es fiesta a la que le sobra pregón, pero...), sí señor, ¡ya está bien de gente con caras tapadas; se destapó el señor Cruz, y lo hizo personalmente, se retrató, y nos dijo verdades como puños: este pueblo, vivió siempre en un eterno carnaval (¡ese fue su experiencia, respecto a esta desgraciada isla, y es verdad!). Y para eso, sobran las máscaras. Creo, nunca hubo un pregonero mayor, ni mejor.
    El Padre Báez, que felicita al gran periodista tinerfeño, Don Juan Cruz, un lujo en el carnaval miserable de Gran Tabaibal
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