Mira que uno lo sabía por Doña Rufina, la del Juncal de Tejeda, pero como que no lo creía, porque es que parece un cuento, hasta que un responsable ya retirado feligrés mío ahora, me lo confirmó, que ciertamente, un funcionario de dicho cuerpo, había prohibido a la Licenciada, segar la rama de papas, cuando esta se disponía a coger su cosecha, con la amenaza y multa o sanción, por cortar flores o/y ramas protegidas; entonces la susodicha lo amenazó, con cortarle el pescuezo, si no se le quitaba de delante, pues, ¿como iba a coger las papas, sin previamente segar la rama? Y es el caso, que tiene uno noticias de hechos similares, en diversos lugares de la isla, y toda vez, que niños de papás, enchufados y mandados a vigilar el campo, sin haber visto nunca otro campo, que no fuera los de fútbol, todo se les va en dar lecciones a auténticos sabios, que son los analfabetos universitarios del campo –si exceptuamos a Doña Rufina y algunos pocos más, que haberlos los hay, pero sabedores de su cultura, como ningunos los otros y todos, y así tenemos a gente que en sus vidas han visto un sacho, pretendiendo dar lecciones a gente que nacieron y vivieron y morirán en el campo, el mismo que no guarda ningún secreto para los mismos, pues saben que asombra. Pues, que mi cuento hoy, viene por otro caso igual que el de Doña Rufina, pero esta vez en Valleseco, que entra la pareja a una finca privada, a sancionar y multar por lo mismo, a otro agricultor, que se disponía o ya estaba en la faena de segar la rama, para la posterior extracción o cogida de las papas, cuando les gritan, paren que esas plantas están protegidas, y que debe parar de cometer tamaño delito, por el que le van a sancionar. Y, dicho y hecho; pero, sucedió, que el buen hombre del campo, tenía su propio semillero de manzanos o manzaneros, cuando los uniformados ya se retiraban, reparan en el él y vueltos sobre sus pies o pisadas, preguntan al lugareño multado, curiosos ellos y sin saber de qué se trataba, para preguntar al campesino, que qué era aquello, a lo que responde mi hombre de campo: pues, ¿no lo ven?; sí, respondieron, lo vemos pero ¿que es? A lo que el del vivero, les dice, y ustedes que conocen tanto de matos y de ramas protegidas, no conocen esas hojas, ¿no ven son hojas de y son manzaneros? A lo que satisfecha la curiosidad, todavía había algo más que preguntar: y usted, ¿cómo consigue eso?, acostumbrados a verlos traer en varas desde espakistania, se sorprendían verlos pequeños, ramudos y llenos de hojas, y ellos mismos se preguntan y preguntan al campesino: ¿planta usted las manzanas? A lo que contestó el vellisequero: ¡No, las manzanas me las como, y después planto las semillas! Pues estas tenemos: un ejército que vigilan por tierra y aire a los pobres hombres de campo y del campo, para tenerlos amedrentados, castigados, multados, y ya ven sus conocimientos del medio el que es. Y ejemplos como este hay y tengo miles; lo que no tengo, es tiempo para contarles, las barbaridades y abusos, atropellos y faltas de respeto que cometen, entre otras: creer las cabras se comen la pinocha, y si hubieran cabras sueltas, incendios no habría, y no porque las cabras se la coman, sino porque trillado el campo y molida la pinocha, y sin hierba que arda, se acabarían los incendios, pero esta es otra. Que hoy, y no con ánimo de revancha, ni de desprestigio u ofensa, sino en honor a la verdad, se sepa lo que sucede en el campo, que los sabios andan escondidos, y sueltos los ignorantes, pues si lo de las manzanas o manzaneros no es suficiente, no es la mayor, que ésta, hasta da vergüenza, y para mayor desprestigio, y prudente que es uno, no lo cuenta; pero seguro,que ustedes mis amigos, tienen casos y cosas como éstas y peores. Ya ven si estamos o no en manos de ineptos, y si este mundo está o no al revés; que quieren acabar con las cabras, para que no se coman lo protegido, y retamas tenemos ya, que son árboles y han desaparecido especies vegetales,que solo las cabras las reforestan en su traslado con cagarrutas y en el pelo la semilla y polen, pero, lo dicho si los que no saben son los que mandan y a los que saben los callan, acabaremos sin nada.
El Padre Báez, que tiene para una antología de los disparates en el campo, que se llena de tabaibas, por mor de una política que protege la leche de la planta, pero no a la de las cabras, que es comestible y de ella se hace queso, pero prefieren traerlos de fuera a que sea de la propia cabaña y tierra, ¡la mejor del mundo!
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