miércoles, 1 de junio de 2011

(263): DESCONOCIMIENTO ARQUEOLÓGICO

 
   
    Sucedió en un velatorio, que fui a hacer las exequias a un feligrés difunto, y a la salida, en la puerta, un señor, que me habla de unas cuevas de dos pisos, donde hay  en una de ellas, las pilas donde comían los guanches. La información: coja usted -me dice-, por el barranco, baje, llanee, y a la derecha, donde unas plataneras, en la esquina de la finca, subiendo..., mejor, ¿por qué no me acompaña?, ¡y quedamos en ello!
 
    Pero es el caso, que se suma otro, que sabe de otra cueva, con muchos huesos, y que a nadie se lo ha dicho, pero, que a mí sí, porque vio los programas que hice y que lamenta no se sigan haciendo y echando, y también me acompañará a su cueva misteriosa. Y así otro, y otro, y siempre que hacían alusión a cazoletas, las llamaban “donde comían”.
 
    Pensando un servidor, que los guanches no erran cerdos, a los que se les hacen pilas en el suelo, o en piedras para que hocen y coman allí, y sabiendo sus conocimientos son muy limitados, y con la cosa de no llevarles la contraria -y no discutir- como pude les expliqué, que esos agujeros u hoyos a los que llaman pilas donde comían los guanches, no se ajusta a verdad: pues eran gente muy civilizada, tenían su ajuar de una gran gama de cerámica donde comer y que esos recipientes en el suelo, eran para poner un palo viga o poste central, y otros más, para dividir sus cuevas en distintos aposentos, y que si estaban en el exterior de las cuevas, eran para sus ritos de ofrecer a Dios (al que llamaban Acorán), leche en sus ceremonias religiosas, pues eran muy religiosos...
 
    Ellos, quedaron admirados y aceptando lo que les expuse. Pero, me dio pena, que estos pobres hombres, tan mal informados, y de edades muy distantes, habían sembrado entre los de ellos, la idea de que los guanches, comían en el suelo, como los cerdos. También pensé, sobre quién tiene la culpa de que nuestro pueblo, sea analfabeto arqueológicamente hablando, pues no digo sean ignorantes, sino que nadie les ha enseñado, algo tan sencillo, como la sencilla  lección que les di.
 
    Ellos -a su vez-, me regalan sus secretos; pues saben, lo que nadie imagina: uno te lleva a un pueblo subterráneo, del cual sabe la entrada; el otro a las tumbas que su abuelo le dijo; el otro que hace sesenta años, su padre le dijo donde hay una cueva emparedada, que nadie ha entrado en ella, y así, te dan información que han recibido de yacimientos, y más yacimientos...
 
    Pero la pena es, que aquel programa televisivo, lo añoran, y nadie se lo perdía, a la par que desde entonces, no han vuelto a aprender nada más, ni nadie les ensaña nada sobre nuestros yacimientos, cultura, arqueología, historia...
 
    El Padre Báez, que hoy, les da un testimonio arqueológico de cuando fui al responso a un difunto...
   
   

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