martes, 7 de junio de 2011

    ¿PE-PINOS O PINOS?
 
    A mí, por la rodaja que le pongo al gazpacho, un pepino me dura un mes; y realmente, no me preocupa mucho, porque no creo el Tabaibal, viva de vender pepinos; a un servidor, lo que le preocupa realmente son los pinos, sí, me quedo con las dos terceras partes del pe-pi-no, que son los pi-nos. Los pinos, porque aunque no los echo al gazpacho, ni sopa alguna se hace con ellos, y menos un bocadillo. Desde hace ya más de medio siglo, el cabildo pinochero que tenemos no ha hecho otra cosa que plantar pinos gallegos, pinos canadienses, pinos de Madagascar, pinos y más pinos y así la isla se ha llenado de pinos, y ya casi no queda donde pastar un rebaño de cabras, si las dejaran soltar. Y es el caso, que plantando tanto pino, nada de él se exporta, Y sí creo que el pino (los pinos) matan más que esos que resultaron luego no ser ellos en la Alemania esa que da trabajo a los universitarios tabaiberos, que los pinos matan esperanzas, matan tierras, matan aguas, matan hierbas, matan flora autóctona, matan cabras y otros ganados, matan cercados, matan papas y pepinos, porque con el pino, nada se puede plantar y en lugar de ellos no te plantan árboles de igual o mayor cuerpo y beneficiosos para la tierra y la gente, como son nogales, castañeros, almendros, higueras, olivos, ¡y para qué seguir! Estamos por saber quién va a ser el responsable del campo en el cabildo de Bravo de Laguna, el mismo que en programa de Radio Aventura, en entrevista de dos horas que le hice junto a su hijo el consejero de deportes, me dijo que eso no seguiría  así si él era elegido Presidente. Espero lo cumpla, y se dejen ya de plantar más pinos; y si tienen lo que hay que tener para ser hombre, que arranquen todos aquellos que fueron plantados en fincas y cercados donde en otro tiempo se plantaba de todo y había ganado, y más. Si fuera justo el cabildo, que devuelva a sus legítimos dueños o herederos esas tierras mal comprados que es como decir fueron robadas, por presión, engaño, chantaje, amenazas, etc., y siempre por tres perras. A tal fin, siempre recordaré lo que me dijo en su día el bueno y simple de Clemente el de la Cumbre: “¡Señor Padre, donde yo antes cogía un duro, ahora nada, porque me dieron una peseta!”; al no entenderlo, le dije: ¿qué quiere decir, Clemente? a lo que me respondió: “¡en cada metro cuadrado yo segaba el monte (retama), y me daban cinco pesetas por él, pero me compró el cabildo ese metro de tierra por una peseta y me quedé sin dinero y sin tierra!”, y aunque Clemente murió (q.e.p.d.), su grito o queja sigue delante de Dios, y si en la tierra hubiera justicia -que la hay- a los del campo, habría que devolverles sus tierras, y a la tierra habría que devolverle lo que siempre tuvo: cultivo y ganadería, y no pinos estériles, malditos, envenenadores, secadores de fuentes de agua, y como me dijera Pepe el de Pavón: “¡debajo de un pino, no crece ni otro pino!; y sin embargo, estos del cabildo debajo de un pino te plantan cientos, como se puede comprobar en cualquier salida que se haga al campo, y ello por cualquier lado.
    Pues, solo una llamada de atención al nuevo Presidente del cabildo de Gran Canaria y a su Consejero de la cosa de reforestar: ¡no machaquen más a esta pobre y desgraciada isla, que bien visto, el único beneficio del pino es el fuego y el trabajo que da a los bomberos, porque hasta la sombra que dan es asfixiante: ellos se han cargado a los cuervos, los pájaros, los conejos, las ratas, los lagartos, los insectos, la flora, la vegetación, lo autóctono, las cabras, las siembras, etc., etc.! Es mucho el daño y mal del pino, sin bien alguno: su madera se pudre al año de cortada, comida por gusanos, como puede comprobarlo cualquiera que pase por unos troncos partidos, junto a las carreteras, donde puede verse me quedo corto. El pino, es una infierno si hay incendio, y una maldición si no los hay. Más aún: donde un pino se quema,-que no se quema (se chamusca), y sigue vivo, por uno que no desaparece, van y te plantan cientos, como puede comprobarse si alguien se acerca a Santiago el Chico. En fin: llegue ya el stop a los pinos, redúzcanlos, para que esta isla vuelva a ser lo que fue. Y sí, por supuesto que sí: los pinos en los riscos, como pueden verse entre Ayacata y La Degollada del Juncal, o por Amurga, donde ni siquiera hay que sembrarlo: nacen solitos y Dios, y esa, ¡esa sí que es tea, dura como el risco o como el hierro, pero no el pino de ladera, de lomas, de valles y cultivo, que es madera mala y resinosa, que impide hacer con ella, ni un banco donde sentarse, porque te desgracia la ropa.
    Y si llego a tiempo: que el Consejero de la cosa ésta de `plantar, sea un hombre del campo, y a ser posible sin estudios (se puede nombra a alguien que no esté en la lista, ¿o no?).
 
    El Padre Báez, al que le gustaría, el metro de tierra, siguiera dando -ahora- cinco euros, y no ceros euros

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