LOS MEJORES ARQUEÓLOGOS, SON LOS PASTORES Y LOS AGRICULTORES
Y en este gremio, cabe cualquier otra profesión, que se practique en el campo, como puede ser la de albañil o cualquier otra. Y ello, por la sencilla razón, que al vivir en contacto con la naturaleza, la tierra, y en en mundo, son unos privilegiados, ya que al conocer el terreno, saben lo que en él se encuentra y hay ¡Cuantos al iniciar un cultivo o al plantar un árbol, o cuando se le pierde una cabra u oveja, al buscarla, se encuentra con la sorpresa de un yacimiento!
Pero, curiosamente, vemos siempre en los menesteres de la arqueología a personas salidas no se sabe bien de donde, pero los verdaderos descubridores como que apartados, excluidos, y cuales ignorantes, se les mantienen al margen, y son una fuente inagotables de información. Más aún, son los verdaderos conservadores, al no transmitir ni decir a nadie de sus hallazgos, pues los consideran sagrados, y por tanto del máximo respecto.
Muchos conservan secretos desde jóvenes, cuando adolescentes entraban en covachos y agujeros, huyendo al ver huesos, y guardando secreto por temor y miedo. Conocedores de un patrimonio oculto y amplio, que es puerta de grandes yacimientos si se excavaran. Son sabedores hasta de mundos subterráneos cuales espeleólogos, que han descubierto lo que nadie se imagina, y son numerosísimos los descubrimientos, que no se publica. Se trata de investigadores inconscientes de que lo son; son los grandes conocedores del terreno y territorio y saben de sus secretos, de cuevas y sus misterios, de la restricción de pinos, que tapan poblados...
De sus abuelos, guardan y mantienen promesas, que se remontan a los siglos XV, con total veracidad en sus relatos orales, pasdos de unos a otros con exactitud testimonial. Son transmisores de seis siglos de historias no escritas. Con ellos podemos recuperar la memoria perdida y también la identidad. Además, lo de ellos, es la geografía. El trabajo, les regala sorpresas, que guardan como tesoros.
El Padre Báez, que por mi condición sacerdotal, guardo de muchos de ellos, bajo secreto de confesión auténticas maravillas por descubrir (pero que mejor están así guardadas de depredadores y de falsificadores de yacimientos, poniendo en ellos, como es uso y costumbres planchas de hierro, y parques deformadores de la zona arqueológica, por un negocio pocas veces rentables, cuando no ruinosos, en lugar de preservar sin más, lo que nos dejaron nuestros antepasados).
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