Cuando la alegría es tanta, por meter un solo gol a un equipo que ha descendido, y cuando el goleador o ganador, es de otro equipo, que estuvo en la cuerda floja, si bajaba o no, y al fin se salvó por los pelos. Y a estos triunfadores de miseria o de pena, que solo han hecho sufrir a la afición o no, porque es algo que nos hacen tragar queramos o no; porque en otro tiempo se decía el opio del pueblo era la religión, ahora no: ahora el opio del pueblo, es el fútbol. Pues que manda el amarillo, manda, manda..., ¿mando yo? ¡mudarse de campo, hombre es lo que hay que hacer! Y por si fuera poco, en el evento llamado derbi, hasta los representantes políticos, que han olvidado, que los campos que deben visitar son otros, los llenos de retamas o/y tabaibas y no los de fútbol, pues ¿qué hacen personajes como estos en un lugar como esos? Pero, el colmo es ya, que la gente sea feliz, por un gol a un derrotado, por otros que han llegado con el agua al cuello, y ello, como si esto fuera la mayor de las epopeyas, ¡no te digo! Y es que los entendidos, ven -incluso- mucho mérito en ello. Yo, asombrado quedeme. Todo un ritualismo y ceremonias profanas, que sustituyen ya a las religiosas, en las que el dios es el balón. Ya hasta entregar un premio, no se por qué lo llaman “bendecir (¿?)”. Y encima, unos hermanos riéndose de los otros, por mor del descenso, y llaman a eso ¿deportividad? ¿Acaso no va a ser ese el camino de los amarillos, si no hacen yoga? Pero, digamos y eche fuera, lo que tengo en el buche dese el principio, que fueron a ver correr a gente mayor, con calzones cortos, detrás de un balón a 22 tíos -con todos mis respetos- sin contar árbitros y otros, nada menos que la friolera de 22.032 seguidores. Sí, lo han escuchado o leído bien: 22.032 seguidores. ¡Eso sí que es fidelidad! Y esta masa borreguil de 22.032 seguidores, tenía tan solamente a unos pobres 50 seguidores del Tenerife, que fueron encima humillados. ¡Qué asco! Y esto, esto es deportividad, que una gansada de 22.032 tíos, y 22 hombres atléticamente bien formados, como deportistas, en lugar de correr en un campo de fútbol, y los que los miraban, no estuvieran plantando papas en un campo de la Gran Tabaiba, ¡otro gallo nos cantaría! Pero los 4 de las papas, que fueran seguidores o jugadores, ¡ah, a eso no! Porque se suda, y que la planten otros, que nosotros las pagamos al precio que nos pidan, aunque nos maten por el veneno que les echan. Aquí los 4 que hubieran ido a plantar papas -que no fue ninguno de ellos- le hubiera dado de comer a los 22.028 restantes ¡y a más!, pero ¡quía! ¿Un campo de papas?, ¡no, por favor!: ¡un campo de fútbol! Pues sí, comeremos césped, llenos de escupitajos, sudores y otros excrementos, sudores y demás! Pues, ¡nada!, que algunos dejan este campo, porque son de otros lares o por la edad, y dice uno, ¡si esto hacen con los decadentes!, ¿qué no harán con los ascendentes? Y es que se ha llegado a tal grado de idiotización, que 22.032 seguidores de algo que casi fenece y baja, es como para decir: más da una piedra. ¿Por qué no el campo de papas? Algo marcha mal, cuando se prima un campo de fútbol a un campo de papas, porque tampoco es normal, que se abandone la agricultura, aún la que nos da de comer, por un campo de fútbol que solo da disgustos, por más que un golito, sea mostrado como el máximo trofeo y la mayor gesta, cuando ese pobre desgraciado, con sacho en mano, abriendo la tierra en surcos, para plantar un saquito de papas, de este no se dice nada, no se incentiva se le imite, y sean no 4 sino 22.032 los plantadores de papas, porque tierra (cercados y fincas, bocados y terrenos para plantarlas sobran, y si se plantaran papas, no habría que traerlas de fuera, y meterlas en cajas o sacos que digan son de aquí, engañando al comedor de papas, que si tuviéramos que comerlas de los seguidores, seguro nos moriríamos de hambre; por eso digo, que algo grave y raro, está pasando. Grave, que el campo de fútbol lleve a 22.032 seguidores, y un cercado de papas, no reúna a 4.
Así que UD Las Palmas 1 – 0 CD Tenerife, ¡vaya odisea!, ¡vaya victoria!, ¡cuánta alegría! Y encima de penalti, que de lo contrario hubiera sido 0 – 0, pero ¡se alegran, hasta por la mínima!; ¿es o no cosa de niños? Esta sociedad, está realmente enferma, o nos enferman, para que no pensemos en otros campos, más productivos y que dan de comer. Los de césped, también dan de comer, pero a gente de p´ fuera, a medias con los de aquí, y ello, por meter una pelota entre tres palos, en lugar de plantar papas, repito, que es más rentable, y hasta más deportivo. Y a este “triunfo”, ¡vaya triunfo!, lo llaman “excepcional”. Y mientras, los campos de esta isla, se llenan de retamas y tabaibas, en lugar de papas. Pero, ¿se imaginan ustedes, si amigos a 22.032 segadores de retamas y tabaibas, limpiando el campo, para plantar papas? Pues, ciegos los políticos, también gritaron, eufóricos y desganatillándose: ¡¡¡Gooooollllllllll......!!!; mientras, un servidor grita: ¡¡Papaaaaaaaas!!! Y claro, es que, qué bien lo define algunos cuando al final del partido, a la fiesta que siguió, la llamaron “carnaval”; sí señor: carnaval, y ¿quién lo duda? Pues hay quienes como el entrenador, llama a la acción de ganar así y a quien metió el gol, como una “grandeza”; y otro -un tal Ramírez- dice que aquello fue “ganar”, ¿ganar qué? Y como no tienen otra cosa que hacer, allí estaban: Segura, el del tren, copito de nieves, el presi Paulino, los del PP, Psoe..., ¿y para qué seguir? ¿Nos dará de comer este campo de césped, o el otro si lo llenamos de papas? 22.032 seguidores a los que llaman “protagonistas”, pero ¿de qué? Uno, no sale del asombro, de un lenguaje, elevando y ensalzando acciones nimias o insignificantes, vergonzosas y ridículas, porque reírse de un caído, estando a punto de caer uno también, es de tontos, o de gente sin conocimiento. Y encima, se burlan de la Iglesia y de la Religión, llamando “altar” a la mesa donde los políticos almorzaron. ¿Altar?, ¿de qué dios? Encima profanadores, y emuladores de un nuevo credo, que éste sí que los dopa, droga o coloca; que el otro -la Religión- te libera o libra.
El Padre Báez, autor del libro “Yoga en el Fútbol”, y que dediqué a la UD Las Palmas.
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