Mientras, seguimos con
las tabaibas...
“... personas tocadas de la cabeza, sin el sentido de la
verdad...” (Tim. 6, 2c-12)./ “... en la ciudad... crimen e injusticia...
calamidades... crueldad y el engaño... “ (salmo 54)./ “... los desgraciados... generaciones sin
fin...” (Tob. 13, 10-13. 13. 16b-17a)./ “... en tus fronteras, te sacia con flor de
harina...” (salmo 147).
... y ello, sin tener en cuenta sus
consecuencias, o lo que de ellas se siguen. Y a nosotros, de la crisis económica
que padecemos, ¿quién nos rescata? ¿Para cuándo una o la recuperación? Seguimos
sin producir, por tanto el desempleo o paro, no cesa o ceja de subir. El
malestar, es creciente; si bien controlado y teledirigido astutamente con el
opio del fútbol y otras drogas. Continúa el desconcierto.
Tan profunda es la
crisis, que no se le ve salida posible. La crisis nos hunde, como a Grecia (y a
otros países). Nos han recesionados, nos han depresionados. Nos quieren hacer
ver y creer la crisis va de retirada, y es todo lo contrario: avanza. No hay
economía satisfactoria, y la recuperación brilla por su ausencia. Nada emerge,
ni prospera. Todo está parado. Nos han devastado; el paro, para la entrada de
dinero. No resistimos. La política no mejora, no acierta, no sabe, no quiere.
Solo hay salida mirando al exterior. Nada acumulamos. La prosperidad solo está
en la felicitación estúpida de Navidad y año nuevo. No nos levantamos por
(nosotros) sí mismos. Sin materia alguna, nada exportamos; todo lo importamos.
Crecen las periferias de las grandes poblaciones y capital, hacinados, parados,
drogados. No nos sostenemos. Sin voto de pobreza, nos toca vivirla; se impone la
austeridad. La cosa es grave, y no salimos del estado de riesgo permanente y
creciente. Todo y todos han caído. Solo rescatan a los bancos. Seguimos en
recesión y en depresión (y no solo psicológica). La situación es de desolación.
Gobierno y cabildo con los ajuntas y mientos, no intervienen; las ven venir, sin
más, y las dejan pasar. Sin lugar al pesimismo, sino desde el análisis económico
realista, esto es un puro desastre. Esto, empeora. Los políticos, no responden.
Sobre esto no se discute (sí, y mucho de solo fútbol [también los políticos]).
No, no vamos a poder volver a años atrás, en todos los niveles; es una falacia,
una utopía. Y es que, la crisis, es más grande que lo que sabemos y pensamos;
hay que estar ciego, para no verlo, y sin embargo, es perceptible: con el paro
no hay sueldo; el precio de todo no deja de subir; crece la deuda; etc., y todo
esto, ¿cuándo va a acabar este desastre? No tenemos transacción alguna, y nula
gestión. Solo califican. Viven de fantasías. Y, lo peor todavía no ha llegado.
Andamos en taparrabos. Todos hipotecados. Todo fue pedir y pedir, y así estamos
debiendo hasta los dientes; bailan las propiedades. Ahora, sin depósitos (ellos
y nosotros). Sin mercado, no hay finanzas. Gobiernan los bancos. He ahí el
horror (y error). Y a la sombra, gobernados por necios. ¿Dónde la regulación?
Estamos en franca quiebra; nos venden. Nada se reduce. ¿Quién nos salva de ésta?
Con préstamos, no se arregla nada, hay que devolverlos, y sin producir
algo...
El Padre
Báez
---------------------------------
162. La dificultad para
tomar en serio este desafío tiene que ver con un deterioro ético y cultural, que acompaña al
deterioro ecológico. El hombre y la mujer del mundo posmoderno corren el
riesgo permanente de volverse profundamente individualistas, y muchos problemas
sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con las crisis de los lazos familiares y
sociales, con las dificultades para el reconocimiento del otro. Muchas veces
hay un consumo inmediatista y excesivo de los padres que afecta a los propios
hijos, quienes tienen cada vez más dificultades para adquirir una casa propia y
fundar una familia. Además, nuestra
incapacidad para pensar seriamente en las futuras generaciones está ligada a
nuestra incapacidad para ampliar los intereses actuales y pensar en quienes
quedan excluidos del desarrollo. No imaginemos solamente a los pobres del
futuro, basta que recordemos a los
pobres de hoy, que tienen pocos años de vida en esta tierra y no pueden seguir
esperando. Por eso, «además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha
de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad
intrageneracional»[125].
CAPÍTULO
QUINTO
ALGUNAS LÍNEAS DE
ORIENTACIÓN Y ACCIÓN
163. He intentado analizar la situación actual
de la humanidad, tanto en las grietas que se observan en el planeta que
habitamos, como en las causas más profundamente humanas de la degradación ambiental. Si bien esa
contemplación de la realidad en sí misma ya nos indica la necesidad de un cambio de rumbo y nos
sugiere algunas acciones, intentemos ahora delinear grandes caminos de diálogo
que nos ayuden a salir de la espiral de
autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo. (el Obispo de Roma, el papa
Francisco en LAUDATO SI; una de sus
encíclicas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario