Cuando en El Tabaibal
habían ovejas y cabras...
“... violencia y discordia veo en la ciudad... en su
recinto, crimen e injusticia... calamidades... crueldad y
engaño...”
(del salmo 54).
... los pastores decían: “los zurrones rotos, son todos derramadores
de gofio”. Por supuesto, no voy a explicar la aplicación, o la razón del por
qué se decía, que por otra parte está a la vista -es evidente- y pueden ser
muchas las aplicaciones, según los casos y cosas; que si lo cito, no es tampoco
por la sabiduría popular que se nos pierde con esta huída del campo; con esta
persecución a todo campesino que lo fuera o lo intentara, por parte del miedo
ambiente, el seprona y el cabildo, que los tres, como la Santísima Trinidad -y
perdónenme el modo de comparar- son uno. Pues, que si vengo con este refrán a
cuento, es porque antes, habida cuenta
que habían ovejas y cabras, y el zurrón,
si se precia es el cuero del cordero (también puede ser de baifo), era la
“mochila” o “macuto” de los pastores, donde llevaban el gofio y que amasado con
queso, y un punto de sal, es -o era- un autentico manjar, pura golosina, y si
acompañado de unos higos pasados, ya las delicias, eran, además de bucólicas,
una gozada; y dormir -después- la siesta a la sombre de un almendro, con el aire
fresco de la marea, por más que en el interior de la isla (o mismísima cumbre)
te encontraras. Pues, la simple evocación, de algo que se nos fue; y todo ello
tiene un culpable: los tres que son uno (cabildo, miedo y sepro), y que por mor
de la protección de la basura que supone las tabaibas y sus semejantes
(entiéndase: cañas, zarzas, retamas, pinos, pitas, escobones, beroles, orejas de
gatos, teeras, azucareras, tuneras, escobones, etc.), han desgraciado a la isla
y a los isleños. ¡Y pensar los hay, que te las defienden y justifican! “Mí (yo)”, les daría a beber leche de
tabaibas a ver si después las seguían defendiendo; cuando son causa de nuestros
males, penurias y miserias (menos para ellos, que el cultivo de todo fuera de la
isla, el traerlos hasta aquí, les dejan pingües negocios, y ello al amparo de
desnortados ecologistas, románticos de lo verde aunque te maten a hambre, no ven
que fácilmente la isla no pierde color, si en lugar de tabaibas dejan crecer
papas (¡es un decir!, porque pueden y deben dejar crecer el millo [de ahí el
gofio, para que deje de ser argentino, francés o del c... de su m...., ¿me
entienden, no (sustituyan los puntos por letras -¡que no es tan difícil! [con “c... de su m...” quiero decir: cultivo de su millo-)?; pues lo dicho: “los zurrones rotos, son todos derramadores
de gofio”.
El Padre
Báez.
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140. Debido a la cantidad y variedad de elementos a tener en
cuenta, a la hora de determinar el impacto ambiental de un emprendimiento
concreto, se vuelve indispensable dar a los investigadores un lugar
preponderante y facilitar su interacción, con amplia libertad académica.
Esta investigación constante debería permitir reconocer también cómo las
distintas criaturas se relacionan conformando esas unidades mayores que hoy
llamamos «ecosistemas». No los tenemos en cuenta sólo para determinar cuál es su
uso racional, sino porque poseen un valor intrínseco independiente de ese uso.
Así como cada organismo es bueno y admirable en sí mismo por ser una criatura de
Dios, lo mismo ocurre con el conjunto
armonioso de organismos en un espacio determinado, funcionando como un
sistema. Aunque no tengamos conciencia de ello, dependemos de ese conjunto
para nuestra propia existencia. Cabe recordar que los ecosistemas intervienen en el secuestro
de anhídrido carbónico, en la purificación del agua, en el control de
enfermedades y plagas, en la formación del suelo, en la descomposición de
residuos y en muchísimos otros servicios que olvidamos o ignoramos. Cuando
advierten esto, muchas personas vuelven a tomar conciencia de que vivimos y
actuamos a partir de una realidad que nos ha sido previamente regalada, que es
anterior a nuestras capacidades y a nuestra existencia. Por eso, cuando se
habla de «uso sostenible», siempre hay que incorporar una consideración sobre la
capacidad de regeneración de cada ecosistema en sus diversas áreas y aspectos.
141. Por otra
parte, el crecimiento económico tiende a
producir automatismos y a homogeneizar, en orden a simplificar
procedimientos y a reducir costos. Por eso es necesaria una ecología económica, capaz
de obligar a considerar la realidad de manera más amplia. Porque «la
protección del medio ambiente deberá constituir parte integrante del proceso de
desarrollo y no podrá considerarse en forma aislada»[114]. Pero al mismo tiempo se vuelve actual la
necesidad imperiosa del humanismo, que de por sí convoca a los distintos
saberes, también al económico, hacia una mirada más integral e integradora. Hoy
el análisis de los problemas ambientales
es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales,
urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma, que genera un
determinado modo de relacionarse con los demás y con el ambiente. Hay una
interacción entre los ecosistemas y entre los diversos mundos de referencia
social, y así se muestra una vez más que «el todo es superior a la
parte»[115]. (de LAUDATO SI, la encíclica del papa
Francisco).
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Tomado de Tamarant y
haciéndolo mío (de un servidor):
¿A dónde va
la juventud Canaria?
En
Canarias no acordamos nada sobre agricultura, ni una propuesta; bueno, acordamos
enviar los jóvenes mejor preparados a Francia, Alemania e Inglaterra para crear
riqueza y desarrollar países foráneos; mientras, los que se quedan aquí se
pelean por limpiar los retretes de los
extranjeros.
"Son las virtudes del
desarraigo".
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