Tengo cuatro gallinas...
... que son como dos cabras. ¡Bueno, en realidad son
tres gallinas y su gallo! Creo, ¡es el gallo más feliz del mundo! Y, lo de “que
son como cabras”, juzguen ustedes: No les falta el millo, ¡Dios me
libre!, que el dios de los animales, es el dueño; tampoco me descuido con el
agua, pero...,
ahí viene lo de “que son como cabras”, porque de
entre las hortalizas que tengo, estoy fijo echándole las hojas de las coles
-limpiándolas-, lo mismo le hago con las lechugas y con las acelgas, y hojas que
caen al gallinero -se las echo o tiro-, hojas que desaparecen, ¡cómo las
picotean, que no dejan ni los tallos! Y tanto es el asunto, que los Domingos,
bajo desde La Lechuza natal, sito en San Mateo, pensando en ellas (en realidad
ellos, que -repito- tengo un gallo, y creo es el más hermoso del mundo, grande,
de colores, ¡y cómo canta!, que bajando del coche un auténtico jase (haz) de
comida -cual si para becerro o cabras fuera, lo distribuyo entre los días de la
semana, y bien sean: jaramagos, lechugones, cerrajas, alabazas, amapolas, etc.,
es que no parecen ni aves de corral sino ganado de pastor. Pues el resultado es,
que los huevos tienen aparte del sabor, un color único; ¡qué distintos los de
las granjas! Pues, simplemente, que a falta de cabra, tengo cuatro
gallináceos. Que son como una cabra. La
pena es, que la leche, la tengo que comprar (salvo cuando amigos y pastores me
surten de la de sus cabras, cosa que ocurre con frecuencia), pero lo que son los
huevos, cada día caen dos.
El Padre Báez, que es feliz, contemplando su
pequeño-gran gallinero, y se recrea en relax contemplando las relaciones y
comportamiento de estos cuatro animales; sin perro, sin gatos, sin culebras, sin
otras mascotas, que no sean las que me alimentan (y a tal fin, un servidor las
alimenta, igualmente): las hago felices, y me dan salud en
reciprocidad.
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Y hoy, mis amigos coincidiendo con el día de san Frenado
-gracias a tantas felicitaciones- se celebró la trasquila de las ovejas en
Caideros de Gáldar, donde hice lo propio, con dos de ellas, y ello entre una
treintena de pastores, que en agradecimiento a mi defensa de sus ganados y
profesión, me invitaron a un suculento almuerzo, y ello desde el refrán que
dice: “reunión de pastores, oveja muerta”,
y qué rica dicha comida, pero a un servidor más que al exquisita y opípara
comida de carne de ovejas, fue la dicha de estar con mis defendidos y amigos los
pastores, por los que lucho a diario en su defensa, y cual recompensa y
agradecimiento, ese almuerzo, esa sobremesa, esas palabras, esa tertulia, es
decir un día en el que reconocieron esa mi labor en la defensa de sus rebaños, y
hasta de sus mismas profesiones, y aunque almuerzo y detalles aparte, un
servidor, seguirá en la lucha de sus ganados, ya sean de cabras u ovejas, y en
la defensa de sus profesiones, las más viejas del mundo: cabreros, pastores,
ganaderos, etc. Si tienen un cabra o una oveja, tienen en su servidor -almuerzo
o invitación a comer con ellos aparte- a un amigo, admirador, y defensor (más con la comida en casa Micaela, y luego
en la de Miguelito, también de otra cordera, quedé, más que satisfecho). Por
tanta delicadeza y atención, gracias muy de corazón, y reciban como
dan.
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“... no
empleamos en nuestro combate armas carnales...” (Jb
7,1).
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