Gracias a las cabras,
usted...
... puede disfrutar de una buena taza de café con leche,
la leche la pone ella (y el café también), y fue ella la que descubrió el café.
Sucedió así: en Etiopía, un pastor de nombre Kaldi -según una leyenda (del latín
legere: “se lee”, y si se lee es
porque alguien lo escribió, y para los Historiadores valor de documento escrito
o más- anterior a 1671, se dio cuenta cómo se alegraban sus cabras después de
comer café, también quiso él tener esos ánimos e hizo lo mismo que las cabras
obteniendo idénticos resultados, luego informó a unos monjes de su
descubrimiento, y éstos supieron de su aroma al quemarlo y ponerlo en agua y
tomarlo.
Desde ese momento, el café -y gracias a las cabras- se popularizó,
alcanzando casi la popularidad del petróleo, y para la salud, nada como el café:
más larga vida, reduce enfermedades del corazón, de los nervios, la diabetes, el
suicidio, le evita el alzhéimer, favorece a los dientes, es antibacteriano,
libra de cálculos biliares, adelgaza,
ayuda a la concentración, libra de accidentes a los conductores, sin problema
para la presión arterial, es antioxidante, protege las células y los órganos,
rejuvenece, es..., sencillamente excepcional: reduce el riesgo cardiaco y de
cáncer, mejora el ánimo, aumenta la libido, evita el infarto, libra de accidente
cerebrovascular, libra de la arritmia, etc., con un largo etc., para no cansar
al amable lector de estos comentarios acerca de las cabras, pues ya ven cuánto
tenemos que agradecerles: el descubrimiento del café, ese morenito, por el cual
-el chiste decía- el azúcar pierde su vida, es decir, nos derretimos por él y
ello, gracias -repito- a las cabras, y el cabildo les paga el favor:
matándolas.
El Padre Báez, que a pesar de lo dicho más arriba,
simple y llanamente, le avisa: no abuse, todo abuso es negativo; todo en exceso,
es malo; no es bueno para los que padecen o tienen ardor de estómago; tampoco es
buen amigo de los que padecen insomnio; la personas con anemia, deben tomarlo
con moderación sin abusar de él; etc. Es decir, más allá del placer de su aroma
y sabor, es un rejuvenecedor del cuerpo, como de la mente. Y todo ello, y más,
gracias a las cabras, y el cabildo les agradece este descubrimiento -repito- :
matándolas.
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“... están
corrompidos... defraudan... matan...” (St. 5, 1-6). / “... se desvanecen sus figuras... no ven la
luz...” (salmo 48). / “... escandalizan...”
(Mc. 9, 40-49). / “... se asombraron muchos de él...
despreciable... no abre la boca... malvado... atropella...
engaña...” (Is. 52, 13-15: 53, 1-12). / “... necio... soborna... arrogante...
colérico... a la sombra del dinero... ¿quién podrá enderezar lo que ha
torcido?... malvado... malogrado...” (Qo. 6, 12 - 7, 29). / “...derriba, derroca, embotado, pelea,
acorta, se esconde, colérico, afrenta...” (salmo 88). / “... nos consume, nos trastornan, nos
aflige...” (salmo 89). / “... vale nada, está
vacío...” (Is. 40, 10.17). / “... inconstante, perverso...frustró
nuestras esperanzas... nos desprecia... se desvió... nos engañó... es
escoria...” (salmo 118). / “... sangre
derramada...” (salmo 7). / “... planea un fracaso... se alía, conspira,
no es sensato... nos extravía con engaños....” (salmo 2). / “... reprime con cólera... prolonga su
ira...” (salmo 84).
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