El diagnóstico de matar
cabras...
... no me corresponde a mí darlo, sino a los
psiquiatras: Que recuerda uno, de cuando estudiante de dicha asignatura (un
profesor alemán en Sevilla, y dentro de la carrera eclesiástica, nos explicó lo
de la sublimación, algo así como que hago esto, para compensar aquello otro. A
ver si me explico: alguien con un trabe, a saber qué (familiar, personal,
complejo de inferioridad, etc.), sublima o sustituye una carencia u objetivo,
con algo que compense y anule lo otro.
No sé si me he explicado; lo intento de
nuevo: hago aquí, o fuera de mi casa, lo que no puedo hacer allí, o dentro de mi
hogar, y así suplo. Pongamos un ejemplo: ese que se desganastilla en el campo de
fútbol, no es un hincha, sino alguien reprimido, que al no poder hacerlo en su
hogar, porque su mujer le pegaría, ¡y qué dirían de él los vecinos!, va y se
desfoga contra el pobre árbitro, que pasa a ser chivo -hablando de cabras, como
que viene a dedo y es lo que más oportuno- expiatorio, en el que descarga todos
sus complejos y temores liberándose en parte del trauma que padece o tiene y que
lo desvía y encausa por donde liberarse y ser él mismo (autentificando su pobre
personalidad). Aquí, con esto de dar la orden y de aconsejar se maten las
cabras, debe haber algo de o para el psiquiatra. Estoy tan seguro de esto, como
de la existencia de Dios, en quien creo firmemente. De tal forma y manera, que
sabiéndose la razón oculta, aunque no sepamos de qué va la cosa -aunque algo se
sabe (ha salido publicado)- desistirá de esa obsesión maniaca que roza con la
esquizofrenia o paranoia. Razones éstas, que nos hace pensar el cabildo está en
manos de psicópatas, que deben hacer la terapia correspondiente y sería esta la
salvación y solución de las cabras, que son pobres víctimas de fracasos o de
problemas familiares, personales, sexuales, de desvío, empresariales, de
partido, etc. Es algo así como refuerzo mi personalidad, llevando la contraria a
todo el mundo, porque lo digo yo, ¡y basta! En realidad, no soy nadie, pero ante
mi esposa, la sociedad, el partido, los Medios, los compañeros, etc., ¡qué
grande soy que hago esta masacre, porque me sale no del cerebro sino de algo
cuyo nombre también comienza por “c”! Es decir, estamos gobernados por enfermos
de la mente, y lo descargan, para “curarse”, con las pobres cabras. Ciertamente,
estamos ante personas patológicas (les recuerdo, que Pathos es un
término o vocablo griego [πάθος] que significa enfermo o enfermedad, enfermos de
la mente, y se sabe, esta gente es peligrosa, debieran curarse, ponerse en
tratamiento, un tiempecito en la Quinta de Reposo en Santa Brígida, y se acababa
esa sed de sangre de cabras, en lugar de hambre de su leche; es mi
consejo.
El Padre Báez, al que leen más de un psiquiatra, me
corrija si me equivoco; y a cuantos conozcan a psiquiatras -que tal vez no me
lean- le presenten el caso, y sean tan amables y me digan si estoy en un error,
en cuyo caso me lo mejore: Estamos en manos de psicópatas, de enfermos
psíquicos, maniacos, depresivos, faltos de personalidad, acomplejados, etc., que
de no serlos: se acababa este cabricidio (y encima los Medios lo silencian,
cuando debieran más y mejor que uno, descubrirlo, razón de su ser o existencia,
tener por obligación que investigar).
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Sobre los lagartos y mis gallinas, el comentario del
hermano en el sacerdocio, y algo de humor:
Creo que seguirlas cuidando y
aprovechando... los lagartos les
aportan proteínas. Recordando
que no podemos martirizar a ningún animal, pero SI
aprovecharlos.
Recordando también que a los
animales no se les puede AMAR, pero
Sí quererlos, tratarlos bien
y hacer un uso racional de ellos.
Y "SURSUM CORDA"... ves que
mi Tableta ya sabe algo de latín.
Un abrazo y buena
tarde,
Juan Antonio Santamaría
Alonso – Sacerdote.
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