Si protegieran las cabras, en lugar de
matarlas...
... tendríamos en el miramiento de las mismas o
avistamientos, a los turistas y a los naturales disfrutando de un espectáculo
único y exclusivo. Como cuando se visita un zoo para ver animales exóticos,
raros o de otros lugares.
Las cabras, están llamadas a ser mostradas en los
parques de animales o zoológicos, cuando debieran disfrutarlas al natural en su
propio mundo, en su ambiente, y más cuando las van a exterminar, y una razón
para no hacerlo es esta idea que expongo, y que por cierto no es de un servidor
sino de muchas otras voces, que las salvan de los tiros aportando esta idea;
verlas pasar con el macho o cabrón que las guían, con los baifitos retozando y
dando brincos, es todo un espectáculo inenarrable, oír sus balidos, al macho abubiando, que daría mucha
distracción y placer, y no dejaría hasta de ser una oferta turística más; pues,
¿y no van de safari por el mundo con la sola idea de ver a los animales del
lugar? ¿Por qué no ofertar a los turistas el visionado espectacular de nuestras
cabras libres por el Macizo, y más allá del sol y playa, ofertarles unos
animales únicos y excepcionales, por su elegancia y belleza? Pero, ¿cómo puede
un presidente dejarse asesorar o aconsejar por quien tiene en su mente la sola
sangre de cabras derramadas en riscos y laderas por tiros andaluces, y el mal
olor de su putrefacción posterior en el entorno? Pasa, que protegen la flor que
no existe, y desprotegen a las cabras que están y son. Un mundo al revés, todo
por engañar a Bruselas y decirles mintiendo que las cabras se comen los
endemismos y lo que ellos -el cabildo- van a plantar, sin ser previamente
plantado y que de comérselo algo es el sol y la falta de agua ante la
imposibilidad de riego alguno, salvo lo hagan con los helicópteros, los mismos
que no usan para coger o apañar las cabras (que es otra manera de matarlas, a no
ser sean baifos pequeños), y sí para subir a los riscos, a los plantadores y a
las bolsas conteniendo los arbolitos que se van a secar sí o sí sin pegar ni uno
solo, y luego dicen -ya han dicho sin suceder-: “¡se
los comen las cabras libres!”, cuando la verdad, es que ni los prueban.
Y de ahí la orden euro-pea, de: “¡mátenlas!”, y estos sanacas, traen
rifles de Granada, ciegamente obedientes. Ya lo explicaré en Bruselas, si me
ayudan a ir (el viaje, me lo pago yo).
El Padre Báez, que pide a gritos, protejan a las cabras,
antes que desprotegerlas y matarlas, las salven como es grito unánime pidiendo
no las maten. Hagan acaso al pueblo, que eso es democracia; no hacer caso al
pueblo, eso es dictadura.
Mi respuesta a un correo de Don Pedro Toledo, lleno de
halagos (de él a mi persona, y hacer en este asunto de las
cabras):
Don
Pedro, exagera usted un montón, y pienso debe ser cosa de su aprecio y amistad,
la cual me honra tenerla. Pero -humildad aparte- considere se pasó un poco.
Pienso que habrá sido para tranquilizar su conciencia sobre aquel mal entendido
y críticas en contra de quienes huyen de la clerecía. No obstante sus palabras
consuelan, animan, y dan impulsos para seguir en esta lucha (un servidor, hasta
conseguir no peguen un tiro más, y las dejen donde están, donde siempre han
estado y las protejan como endémicas que son, y no unas flores inexistentes
[pues conozco muy bien el lugar]). Don Pedro, un muy cordial saludo, y a seguir
en la lucha, ¡es lo que toca!, aunque estos genocidas, ahora por las elecciones,
estarán calladitos, pero volverán, ¡vamos si volverán!
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