Reflexión sobre las cabras y
nosotros...
... somos inteligentes y no somos como las cabras, somos
malos, ruines, dañinos. No estamos en la isla, en esta tierra, para acabar con
las cabras, acabar con ellas. No podemos
acabar con las cabras, ellas están en nuestras manos, les quitamos su tierra.
Las cabras, las cabras, no son nuestras; debemos cuidarlas, esa es nuestra
obligación moral; ellas llegaron a eta isla, a esta tierra, y están aquí antes
que nosotros; ellas, estaban antes que nosotros; el cabildo quiere invadir su
territorio, les quiere romper su territorio, romperles su hogar, su hábitat.
El
cabildo ignora la labor biodiverificadora de las cabras; ignora su reducido
número, que las eleva a la categoría de endémicas, y las quiere matar, nos las matan. Los del cabildo son como perros
atacadores de cabras, son sus enemigos, y las atacan, las matan. El cabildo las
quiere eliminar, desaparecer, exterminar. La isla y sus cabras, no son del
cabildo, no es el dueño de las cabras, tampoco de la isla; eliminan lo que es
nuestro, las eliminan de nuestro mundo, de nuestra isla. El pueblo debe
salvarlas y hacer lo que haga falta para conseguirlo; las cabras son nuestras.
La isla es también de ellas; tienen que seguir con nosotros. Las pobres cabras
no pueden hacer nada para librarse de los tiradores de rifles, que las eliminan,
las destruyen, las desaparecen, acaban con ellas, eliminándolas. El cabildo
destruye la isla, desaparece especies, animales, vegetales. Toda la isla y lo
que hay en ella es nuestra, pero también de ellas; ellas nos ofertan con
maravillosos espectáculos, cabriolas, pase, saltos... Merecen seguir donde
siempre han estado; merecen ser aceptadas, respetadas, salvadas. No hay razón
alguna para destruirlas, desaparecerlas, acabar con ellas, matarlas. Nacimos con
ellas, hemos vivido con ellas, con ellas
debemos seguir. No somos sus dueños, no podemos dominarlas. Lo gritamos a los
cuatro vientos. Vivamos con ellas, no nos molestan; coexistamos con ellas, no
nos causan ningún daño. No debemos callar; con las cabras morimos también
nosotros, con ellas nos matan también, nos quitan el privilegio de decidir, de
razonar, de razonar, Cambie el cabildo esa sentencia de muerte que pesa sobre
las cabras. Cara le puede salir esta decisión de matarlas. Se equivocan al
matarlas, no hacen bien. Sin las cabras, la isla ya no será la de antes, no será
la misma. El futuro demandará responsabilidades, la isla no puede estar en las
manos de dos individuos (no digo señores), sino en la de todos, en las manos de
todos, de todos -menos dos-; la isla toda pide no maten las cabras. Piensen,
razonen, no dominen; lleguemos a sus corazones, al de los dos. Hagan lo que les
pedimos, lo que pedimos a gritos: debemos coexistir ellas y nosotros; cambian de
decisión revoquen lo decidido; les recordamos que se equivocan. Ya la isla no será lo mismo. Sabemos lo que hay que hacer;
el futuro de la isla está en nuestras manos, somos ellas, Debemos coexistir:
cabras y nosotros., El futuro de las cabras está en nuestras manos, somos las
cabras. Nadie quede -nadie queda- indiferente ante esta masacre y
genocidio...
El Padre Báez...
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Del amigo y hermano en el sacerdocio Don Francisco
Martel:
Fernando, que la
paz del gran Maestro Jesús te dé fuerzas y serenidad en defensa de todo lo que
debemos conservar día a día de nuestra tierra. Deseo que la voz del pueblo se
oiga en las alturas y que ellos en diálogo busquen alternativas y que se luche
para mantener lo que es mejor para nuestra tierra canaria y lo que forma parte
de su Historia. Abrazos: Paco Martel.
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“... no vacilaré
jamás... desconcertado...” (salmo 19). / “... mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día...” (salmo 31). / “... se encolerizaron la gente... arruinaron
la tierra...” (Ap.11, 17-18; 12, 10b-12a). / “... los señores de la tierra no me
satisfacen... corrupción...” (salmo
15).
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