Mejor noticia que esta:
¡ninguna!...
... ¡albricias! ¡eureka: lo
conseguí, en griego: ¡Eureka!, εὕρηκα héurēka, "¡Lo he
descubierto!"; de εὑρίσκειν heurisko, ‘descubrir’ es una famosa
interjección atribuida al matemático griego Arquímedes de Siracusa. La exclamación
«eureka» es utilizada hoy en día como celebración de un descubrimiento, logro,
hallazgo o consecución que se busca con afán, y en ello hemos estado. La
historia cuenta que Arquímedes pronunció esta palabra tras descubrir que el
volumen de agua que asciende es igual al volumen del cuerpo sumergido.
Esto le
llevó la solución al problema de medir el volumen de cuerpos irregulares y le
permitió saber si la corona del rey Hierón II estaba hecha de oro puro al
calcular su densidad a partir de la masa ya conocida. Este hallazgo lo habría
realizado mientras se encontraba sumergido en la bañera y tal fue su alegría que
salió corriendo a las calles de Siracusa desnudo gritando ¡Eureka! (‘¡lo
he descubierto!’). Les descubro, mis amigos, ¡lo he conseguido!, que no maten
más nuestras cabras, que paren la matanza y que las cabras puedan ser
solicitadas, y recibidas, pasen por la legalidad de tabularlas, y así se acabe
esta guerra. Les cuento más detalladamente: Antes de salir en el Boletín de La
Provincia, el Canarias 7 ha adelantado lo que un servidor desde hace ya varios
días venía diciendo y pidiendo, y al fin el cabildo ha accedido, por eso la
larga cita de los griegos al respecto, que hago mía, que, por precisar y
matizar, completar y explicar, dado muy mal por el Canarias 7, que no se entera,
al desconocer y no seguir la vida del campo de la que uno no sale, digo que: por
lo pronto, vale lo del seguro, y ¡todo se andará!, con tal de salvar a las
cabras, para verse libre del riesgo -justo por donde van a plantar lo que no va
a prender o pegar, pero sí que cobrarán de Bruselas- que, traídas las cabras a
La Granja Agrícola de Bañaderos -las que no se mueran por el camino-, serán
crotadas (les pondrán el crotal
correspondiente, para que sean cabras legales y así identificadas, se facilitará
la labor por parte del cabildo -labor a ensalzar y agradecer- con lo que la
administración, ente o institución, en este caso se pone las pilas y ¡al
reparto! El que quiera una cabra, que la pida. Un servidor, por lo pronto se
conforma con dos, toda vez dispongo de sitio para ellas, seré el hombre más
feliz del mundo, que ahulagas y azucareras, no le van a faltar, y aunque Jinámar
no es el Macizo, se lo asemejaré en lo posible, y tendré lechita de cabras, y
hasta haré mi queso. Todo esto, será explicado con más detalles y detenimiento;
por lo pronto vayamos digiriendo esta gran noticia que un servidor vaticinaba, y
ahí la tienen. Lo importante de este comentario es lo siguiente, que: que todo el que quiera retirar ganado, lo
pueda hacer. Ya anunciaremos foro, el día y la hora en el personal
del cabildo dará más detalles al público asistente, en el Valle de Agaete, como
en ocasión anterior.
El padre Báez, que hoy no
cabe de alegría en su cuerpo, y la extiende al pueblo todo de Gran Canaria, que
comienza a recuperar su antigua denominación poco a poco, porque al fin se ha
impuesto la cordura, la sensatez, y se ha escuchado el clamor del pueblo, que
decía: ¡no a la matanza de las
cabras!, y como decía el niño aquel de Moya, Saúl: que no las maten, que me las
den. (pues, no las van a matar, y las van a dar).Y es que si los
niños callan, como decía Jesús, gritarán las piedras, pues en este caso no fue
necesario. El Cabildo pone fin a la matanza y soluciona el problema dando las
cabras a quienes las soliciten. Pues dense prisa en solicitarlas, porque
endémicas las cabras, no hay tantas, ni para tantos. Y, a los señores Brito y
Morales (Morales y Brito), mi más sincero agradecimiento. Y desde aquí, les
emplazo a mi programa de Mírame Tv., por si quieren durante una hora hablemos
del tema (sin recriminación por mi parte, ni sacar trapos sucios, sino fijarnos
en esto último -comentarlo y explicarlo- y olvidar el pasado [les prometo no
hablar en griego, para que se entere todo el mundo: las ocho islas, y
más]).
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Y, aunque no viene a
cuento, no sobra lo que me dice esta señora, que todavía no conocía la noticia
que les acabo de dar:
“... vi un su programa en
televisión Padre... y me dio mucha pena ver los cadáveres de las cabritas, ¡que
poco corazón tienen esta gentuza!; siento pena de oír que van a volver a
matarlas. Le animo a que siga luchando por defender y mantener vivas las
cabras...”
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