Cabrear, cabrearse,
cabreado...
... supongo, debe venir de la palabra “cabra”, que
pasada a verbo, debe hacer referencia a
la actitud del sujeto (o persona), en ese modo de imitar o asemejarse a la cabra
enfadada. Por supuesto que no hablo desde la filología -la ciencia de la
lengua-, sino desde la imaginación, pero que me parece, no andar muy
descarrilado, pues parece lo más normal.
Y es que, cuando una cabra se enfada,
se enfada, y lo hace a topetazo limpio, con lo que incluso, dañando en partes
vitales, puede producir la muerte a su enemiga, y basta no sea de su agrado,
para que éste -el enfado o enemistad- siempre dure, hasta su muerte, y así dos
cabras que comparten el mismo espacio, una -la topona- tiene que estar amarrada
corta, para que no llegue o alcance a la que no acepta, a su compañera, a la que
no “perdonará”, y siempre mantendrá su enemistad, y ello, porque llegó más
tarde, viene de otro lugar, etc., que no entro en el entrecejo de las cabras,
pero que son rencorosas, y que no olvidan, eso es un hecho, y de ahí tal vez, el
verbo arriba dando comienzo a este comentario, con lo cual añadimos algo más
referido a las cabras, cuya fuente es inagotable, como veremos si Dios me da
vida, pues de ellas, hay tanto que escribir, que no hemos pasado de los tres
primeros renglones. Quede en la memoria, que hasta nuestro estado de ánimo,
enfado o inquina, tiene que ver con las cabras y con referencia a ellas, esas
actitudes de enfado, y tanto que nos hace citar las implícitas cabras en ello, a
la que nos referimos y hasta nos igualamos, o mimetizamos, ¡a tanto llega el
verbo cabrear, o enfadar!
El Padre Báez, que en posturas de enfado, es como si
ante un espejo, fuéramos como cabras, y que a tanto nos lleva como si fuéramos
“hermanos” de ellas, al menos mientras dure esa copia. Y curioso, que teniendo
en ellas el ejemplo e imitación, que nos confraterniza con ellas, la institución
que nos ocupa, nos las matan, sin consideración alguna, y a pesar de la masiva
suma de parecer en contra, por parte de una entidad empeñado en desaparecerlas,
y que si lo consiguiera, nos dejarían sin referencia en actitud de mal humor o
enfado; y, ¡hasta eso perderíamos con la desaparición de las
cabras!
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“... cambie
nuestra suerte...” (salmo 125). / “... vigilan los
centinelas...” (salmo 126). / “... no quedemos defraudados...”
(salmo
30).
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26. Buenas tardes Padre Báez, soy
trabajador de medio ambiente del cabildo de GC, usted nos mete a todos en el
mismo saco, me explico: yo y todos mis compañeros somos motoserristas, es un
trabajo penoso y arriesgado, trabajamos en la lucha contra incendios forestales
y usted en sus programas nos trata a todos como unos gandules y toca pelot.., es
injusto por su parte, es como si yo dijera que todos los curas son unos
PEREDASTAS, sería injusto por mi parte. Hay que juzgar a las personas de forma
individual y no de forma colectiva, y en eso usted es injusto, un
saludo.
» Son ustedes unos pobres obreros que
cumplen y trabajan. Para mí, Miedo Ambiente no son ustedes, son sus jefes. Para
mí, ustedes son mis amigos y mis confidentes, y de hecho, en muchos de mis
programas, compañeros suyos van a espaldas de la cámara para darme información,
y de testigo: Juan Antonio Peña. Les defiendo. Son mis amigos.
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