viernes, 15 de abril de 2011

MURIÓ UNA MONJA.

    No me mal interpreten; una monja, no es una de las religiosas que vemos habitualmente por las calles, en colegios, hospitales, etc.; éstas son religiosas, y se las llaman sin serlo “monjas”; que la monja, es de clausura, o lo que es lo mismo: vive encerrada, no salen a la calle, y no viven en conventos, que lo hacen en monasterios. Las palabras “monja (o monje)” y “monasterio”, hacen referencia la palabra “mono” (no simio), que significa “uno”. Y es que el moje o monja, viven solo para Dios, y se hacen un@ para Él. Por eso, en los monasterios –que no conventos-, suelen haber cipreses, que no tienen que ver con la muerte –a no ser que de alguna manera, “mueren” para el mundo, para refugiarse en comunidad, con otr@s herman@s, y se entregan a la oración. Oración que hacen por todos nosotros, y son como el corazón de la Iglesia; que otro@s hacen de brazos y piernas.
 
    Y así, pasó su vida, toda su vida, y ha pasado a la Vida, dejando una celda (una habitación) vacía en su monasterio, donde sus hermanas, son ya mayores, y una menos. Ojalá este mi comentario, sirviera para despertar en alguien la curiosidad, y solo se acerquen a conocer, ese “palomar” (del cual hoy, ha volado una), como lo llamaba Santa Teresa, la reformadora del Carmelo, porque las carmelitas están el Los Hoyos (Tafira), y las descalzas, en Las Medianías (Telde), donde murió una hermana. Que en decir de la Santa antes citada,  refiriéndose a la muerte de su padre, dice: “...cuando murió mi padre, ¡que digo!: cuando mi padre comenzó a vivir...”, pues esta hermana fallecida, ha comenzado a vivir, con el que fue el centro de su vida y sus amores.
 
    El que hasta allí se llegue o asome, conocerá un anticipo del cielo, algo como un pequeño Tabor, donde la alegría es plena, la inocencia es pura, y el candor de la santidad hace que quede uno, con ganas de no salirse de allí. Es, una experiencia religiosa verdadera y auténtica; y si se reza alguna parte del Oficio Divino, es como si se estuviera en la gloria. Con razón, las hay que se entregan al Señor, dador de tantos bienes ya en al tierra. Y, como dijera Paco Martel, Pbro., en un comentario hace poco en La Provincia, tenemos la suerte de tener cinco monasterios en nuestra Diócesis: además de los dos ya citados: están las monjas del Císter, en Teror; tenemos a los monjes benedictinos en Santa Brígida, y los monjes de la Resurrección en San Lázaro. Todo un regalo del cielo, de hombres y mujeres, que rezan (y trabajan). Un auténtico pentágono espiritual, donde poder beber y calmar la sed.
 
    Vuelvo a la hermana fallecida. Poco importa su nombre, porque perdida ya para y en este mundo, como que no contaba; pero ahora en la Vida eterna, ¿para qué saberlo? Ojalá pronto alguien coja o tome el relevo, y la sustituya; Ojalá ella (¡seguro!), siga rezando desde el cielo –intercediendo a Dios- por nosotros, los que vivimos muriendo. En su entierro, ¡qué bien lo dijo el Sr. Obispo!: “...hace muchos años, cuando se consagró al Señor, le entregó toda su vida, y el Señor se la fue tomando –en sus manos- minuto a minuto, hora a hora, día a día..., ahora, la ha tomado totalmente... (también les dijoa las carmelitas descalzas-, que ahora son más, pero hay que llenar ese hueco...)...” Cuando me despedí de la priora, en el coro, donde en en centro estaba la difunta, le pedí oraciones, y ella, como una madre a su hijo, me cogió por la nariz –entre rejas- con una sonrisa y un sí...
 
    Curiosamente, en la prensa y en las noticias pasó desapercibida -como su propia vida-; esto, no es noticiable; y sin embargo, con trompetas y música de gloria, la habrán recibido en el cielo -que tampoco se oye o escucha aquí abajo-. Aquí abajo, andamos muy inquietos con: la política, las candidaturas, las listas, los programas, etc., y ella, como dijera Jesús: que “escogió la mejor parte”, está con su porción. Pasa que los criterios nuestros, son otros, pero no porque esto no haya sido noticia, deja de ser importante. Ella fue, como el agua que corre, buscando lo más bajo, y es así solo, como reverdece todo a su paso. Ella, “pasó (pascua en hebreo)”, a celebrarla en el Reino de Dios, ¡qué bien!, ¿no? No quiso celebrar la Pascua del 2011, en la tierra, y el Señor se la llevó a su gloria, donde descansa en y con Dios, que le habrá pagado ya con Amor, el amor, el sacrificio y la entrega de su vida.
 
    El Padre Báez, el día del entierro de Sor María...

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