1ª) Un Domingo cualquiera, después de misa, por una loma cualquiera: como quien busca la huella, lejana en el tiempo, de aquellos antepasados nuestros, que pasaron por aquí hace dos o tres mil años, y dejaron de hacerlo, hace unos seis siglos. Buco sus restos, y... ¡ahí, parece hay una casa!, sí debajo de la loma, detrás de las tuneras, se nota una base cruciforme; me acerco... (conste, que puede pasar desapercibida; y mucho me temo, nadie antes la haya descubierto...).
2ª) En efecto; es evidente la prueba: entre las piedras del piso, están ese trozo de cerámica, y esa caracola –entre otros restos-. Ambas están relacionadas con la comida. Probablemente, la cerámica es del recipiente o vasija, y en ella los mariscos... No hay la menor duda, estamos en una casa de los guanches. No tiene techo; está al socaire del viento -que pasa por encima-; está en un alto, desde donde se comunica con infinidad de poblados; mira hacia el barranco, en esa loma; ese vaciado de la misma, está sin techo. O se vino abajo, o era de palos y piedras...
3ª) En el interior o cuerpo central, están ahora las tuneras -entre otras plantas silvestres protegidas (tabaibas, beroles, y otras especies)-, y entre las tuneras hay piedras, que no son de la loma; ni de las de su configuración; fueron traídas, y formaban parte de la estructura o arquitectura de la casa. A ésta, las tuneras, como que la abrazan, reteniéndola; al tiempo que con sus espichos, impiden –resguardándola- el paso a la casa, como temiendo se la dañe o deteriore...
4ª) Me bajo de la loma, a la base de la misma, y para sorpresa mía -pues esperaba ver las casas-cuevas en la ladera y al ras del suelo-, y me encuentro, fue objeto de una cantera, y destrozaron el poblado: ha sido utilizado para extraer piedras y piedra molida para las obras, con lo que las cuevas allí existentes, las desaparecieron...
5ª) Busco –mirando al suelo- y no tarda en aparecer más trozos de cerámica; ésta –la mayor- además, está decorada...
6ª) Regreso, y al volver, miro hacia atrás. Y eso es lo que vi: la cernidora y rampa, por donde caía los distintos grosores de piedra molida: piedras, poblado, cerámica, huesos, material lítico, etc. Y el estanque, y las paredes, a donde fueron a parar triturado y deshecho, nuestro patrimonio arqueológico e histórico: molido, hecho cisco, desaparecido. ¡Menos mal, que en la loma, queda un resto como testigo, de un pasado brillante como ninguno. Piedras de mis casas guanches, y su ajuar, empleados como material de obra. Ahí están, un poblado guanche transformado...
No sé, me volví triste. Traía el gozo de haber descubierto una casa y un poblado; de ella, queda poco; del otro, ¡nada!
¿Qué dónde está?, ¿para qué? ¡eso, ya importa poco! Si sales al campo, y abres bien los ojos, te encontrarás muchas como ésta.
El Padre Báez, que les quiere iniciar en el descubrimiento de nuestro patrimonio; ya ven, no es nada difícil. Les iré poniendo otros ejemplos.
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