Bien mirado, como que ese montículo de piedras, poco o nada dice al que va por la vida un tanto distraído; que si se pone uno las gafas de arqueólogo aficionado, puede que si repara en ese montón de piedra, y si sigue mirando en su entorno, seguro se va a llevar más de una sorpresa. Ya por de pronto, hay más de un detalle, que no se trata de un amontonamiento casual, ni es la ruina de una alpendre o algo parecido; que estamos ante una torreta, venida a menos, y que siglos atrás, marcaba un hito importante, era un señal, un aviso. Obsérvese, hay una base que se mantiene entre las piedras caídas de encima..., pero, sigamos mirando.
No muy lejos, justo a unos pasos, detrás de la loma, hay y están estas más que señas claras: se trata de una obra de los guanches. Estamos en el pórtico, pasillo o entrada de una cueva; pero antes, debemos mirar con atención, para darnos cuenta de la escuadra o esquina, la base rectangular de una pared, que conserva esos detalles de la verticalidad o plomada, que caracteriza el bien hacer de aquellos artistas, que nos precedieron. Pero, no es el caso de entretenernos más, y entremos... ¡Eso sí, discúlpenme no les diga dónde está todo esto, no sea que desaprensivos, aumenten el daño que ya sufre tanta dejación y abandono! No obstante, restos como estos, están por todas partes.
Ahí está la entrada de la cueva, en la que se percibe a ambos lados, las paredes que desembocan en ella, y que hacen de entrada; pero, lamentablemente, las piedras caídas, han elevado, junto con la tierra producto de la erosión y vientos, sol y agua, que cuando ésta cae, se llena, y lo que fue grandísima cueva de reunión faycanato, tagoror, sede, residencia, etc., queda convertido en un estanque, que guarda bajo sus aguas multitud de piedras –no volcánicas- que traídas de lejos, sirvieron para compartimentos, deposición de cadáveres, etc.
Y toda vez, se trata de una montaña, ésta por su carácter sagrado, estaba rodeada de una gran muralla, que rodea en varios kilómetros de pared a la misma, teniendo ésta, de vez en cuando como unas especies de garitas, u obras semicirculares, desde donde hacer guardia o/y señales. La gran pena es, que ni para los tabaiberos, ni para los turistas, esto se muestra a nadie, a pesar de tratarse de un almogarén importantísimo; pues no se imaginan ustedes, las obras que se han hecho –destrozando muralla, explanada, cuevas, etc.- por el otro lado...
Pues un paseo por estos campos nuestros y de Dios, de Dios y nuestros, nos depara sorpresas como la que ahí les dejo, para su contemplación. Sí les diré también, que ninguna señal habla de lo que un servidor aquí les ha expuesto, nada está protegido, ni...
El Padre Báez, que una vez más le muestra lo oculto de nuestra arqueología, y hay tanto, que...
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