Es muy probable, que en esas salidas al campo, si sale uno en plan de buscar y dar o encontrar la huella de los guanches, cuando por entre tabaibas, beroles, ahulagas, etc., aparezcan montones de piedras, como las de la foto que precede, es posible no se caiga en la cuenta acerca de lo que ese “majano” esconde; y que por eso mismo, pase desapercibido –como tanto y tanto- y se piense, que son piedras que son el resultado de limpiar el terreno (¡que no es el caso!), u otros pensamientos, o a lo mejor, ni nada sugiera a modo de pensar, sino que se siga de largo, dejando atrás, una verdadera joya. Vamos a bajar, y ver qué se esconde ahí (¡y nadie me pregunte dónde está, porque se trata de preservarlo!):
Una vez dentro del recinto, se puede observar, que se trata de una casa guanche, que conserva, como se puede apreciar su altura original; se puede ver la cumbrera en el centro con el hueco de la viga desaparecida y las dos aguas a ambos lados de la casa. a donde confluyen sendos brazos de la cruz (puesto, que se trata de una casa con planta cruciforme); pero, lo que llama la atención, es ese bidón en el interior de la misma. Ya no sabe uno, si también es objeto arqueológico o pieza a conservar y mantener como adorno. Pero poniéndose uno serio, y dejando bromas aparte, es indignante, que una vez más -¡y tantas y tantas!- nuestro patrimonio sea objeto de deposición chatarra, de escombros, de basura, y ahí el ejemplo. En una casa guanche, (que por supuesto, no está protegida, ni señalada, ni ¡nada!, sino) abandonada a su suerte, por estos benditos campos de mi Gran Tabaibal (antes Gran Canaria)... ¡Vamos a ver algunos detalles!:
El palo que me sirve de tercer pie, y para sortear alguna dificultad, y que mide un metro y veinte centímetros (1,20) no da la medida del bidón al quedar éste más atrás de la esquina de la habitación o brazo derecho de la cruz, pero sí da la verticalidad de esa esquina, que muestra –una vez más y todas- la gran profesionalidad arquitectónica de los guanches, que por más hicieran una cas perdida en un aloma, la hacían tan perfecta en su construcción, cual si de un palacio o almogarén se tratara. hay –entre otros- el detalle siguiente: si se acostara el palo hacia la derecha, nos daría la medida de la piedra que en la segunda fila va desde la esquina a la esquina; y por apuntar otro detalle más: obsérvese lo pegado o la unión de piedra con piedra, que al margen de relleno,hace impenetrable el paso por entre las juntas de ningún invertebrado, menos cualquier alimaña o reptil... Pero, sigamos:
En línea vertical con el dichoso bidón, se puede ver cómo la de la esquina que da entrada al cuarto o brazo de la cruz, sigue manteniendo la perfección de su construcción; al igual que ya viéramos desde la perspectiva anterior. Pero, al margen de estos detalles del buen hacer de los guanches -cuya arquitectura no ha sido valorada, ni expuesta al mundo, como algo que pertenece a la cultura clásica, y factible de codearse por tanto, con la arquitectura griega o/y romana, azteca y/o egipcia, tenemos en primerísimo plano: el bidón -¡único en el mudo entero, dentro de un yacimiento de primer orden!-. Pues no creo haya en el orbe, una sociedad que menos valore su pasado, y que permita este estado de cosas: que un bidón oxidado, conteniendo basura en su interior, y que fue quemada, permanezca en el interior de una casa guanche, con categoría de “santuario”, y por tanto “sagrada”, y que así luzca, para el que caminando, y sin saberlo, se tope con esta sorpresa.
El Padre Báez, que como ésta, tiene miles de experiencias (y fotografías) acerca del desvalor y desprotección, que dan los que deben y tienen la obligación de cuidar y velar por nuestro patrimonio (en este caso: bastaría desaparecer el bidón, y cercar con una valla el lugar; y de paso, señalarlo, con algunos datos de interés, a modo y semejanza como ha hecho aquí, un servidor).
No hay comentarios:
Publicar un comentario