Un servidor creía, que los guanches, andaban bien ocupados, y hasta preocupados por los asuntos terrenales, es decir: cuidar del ganado, ocupados en los riegos de sus cultivos, entre el barro de la cerámica, el momificado de sus fallecidos, atentos a las costas por las incursiones de desaprensivos, etc., pero según parece, estoy equivocado, porque si los creía mirando al cielo, uno -ingenuo- creía, que lo hacían rezando a Acorán, al sustentador del universo; pero, según parece, si miraban al cielo, era por mor y cuenta de las estrellas. ¡Asombrado quedeme!
Me cuesta mucho creer -ahora voy en serio- que los guanches, vivieran atentos, como algunos estudios revelan creer -no lo afirman, pero confunden-, que han descubierto: los guanches, se ocupaban, más que de mariscar y hacer sus casas y cuevas, en asuntos siderales, estudiando no tanto la tierra, sino el cielo (¡). De entrada, todo mis respetos, pero nulo caso a tales fantasías.
Y ello, porque si se basan en situaciones o ubicación, te pongas donde te pongas, siempre habrá un momento en el que un rayo de sol o luna, penetre por algún agujero y de no se en qué ángulo. Por supuesto, no niego que los guanches, como todo ser que a este mundo haya venido y vendrá, no se admire de mirar al sol y a la luna; ¡elemental!, que diría el otro.
Es decir, la frase más concurrida en arqueología es que “no sabemos”, “no sabemos”, “no sabemos” (el por qué de la torretas, el por qué de esto y lo otro), y ahora resulta que sí sabemos: los guanches, se pasaban la vida estudiando estrellas, espacios siderales, astros y otros planetas. Curioso, que no se hayan dado cuenta, que las cazoletas, tienen que ver con el culto y ritos de su religión, con ofrendas a Dios, y sin referencia al cielo salvo donde ubican la estadía divina, como es común a todos los credos (de ahí, cambiar a Dios por las estrellas, va un gran trecho, claro que si todo depende del color con que se miren las cosas, se puede entender esto y otros dislates).
Creo -es mi opinión-, hay que quitarle al guanche, toda magia, y la idea de que los mismos, vivían pendientes a los astros. Sabemos que al sol lo llamaban “Magec” (gran parecido al “Yahvéh” hebreo), y en él –como San Francisco de Asís- veían el poder de Acorán o Dios-, y poco más; pues ni del cielo, y mucho menos de las estrellas, les venía la comida, por la que todo hombre desde el primero al último todos lucharon, luchan y lucharán (los guanches, no fueron una excepción).
No, no me imagino a los guanches, sentados, mirando al cielo de noche, esperando algún astro, estrella o lo que fuera, asomara por algún agujero, para ver dónde incidía el rayo de luz...; pero, como hay gusto para todo, que con placer se lo coman. Para un servidor, la cosa es más seria, más normal, más en nuestra línea.
Solo les concedo la razón, en que si eso se hereda: mi padre, andaba siempre con el lucero del alba, para vaticinar el tiempo que íbamos a tener, y como quiera que fue él, el que me inició en el tema y conocimiento de los guanches -pues tirajanero y de Arteara-, me hablaba de los guanches, como si los hubiera conocido personalmente en sus traslados, sus luchas, etc., tal vez sea reminiscencias de esto, pero me quedo con la duda, y niego la mayor.
El Padre Báez, que piensa los guanches, eran más hijos del suelo, que del cielo.
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