Un servidor, no dijo tanto, y sin embargo...: la Ser (doble), la Autonómica (TVC), Antena 3 (bis), Canal 9 (en debate, sin mí), Internet (Canarias 7), Radio Arguineguín, y un sin fin (para que rime) de otros Medios, en contra y a favor de un servidor (no en contra de mis ideas), cuales fieras...
Pero, ¿cuántos y cuáles, van a atacar a Pilar Cáceres, que en su “A límite” el pasado día 11 de marzo, en la pág. 26 de La Provincia/Diario de las Palmas, viene a decir –en parte- lo que uno dijo antes? Pues bastaría transcribir algunos párrafos, para ver la similitud, y sin embargo, pasa desapercibida a la fecha del día de hoy, que: sitúa el, carnaval a los tres días previos a la Cuaresma; reconoce la inexistencia turística en el mismo; “los políticos –dice- se vuelven impresentables cuando acuden al populismo para mantenerse en el poder”, y añade: “se transforman en payasos”; llama al carnaval: “esperpento festivo bananero”; un servidor, hablaba de 60.000 preservativos; ella: “...repartir 300.000 preservativos... se convierte en un reclamo al todo vale, produciendo consecuencias negativas en la educación integral de los jóvenes, afectando a las familias y a la sociedad. Es el equivalente a incitar comportamientos animales reducidos a la fría genitalidad, consumo de alcohol y droga....”. Y, apostilla preguntando, lo que sigue: “¿cuánto tiempo más va a tolerarse el vómito de vulgaridad social de los desahogos más primitivos, elevándolos a la categoría de gran fiesta y a la hipócrita denominación de cultura?
Sorprende a un servidor, que por el hecho de ser uno clérigo, se me venga en plan de devorar y despedazar; y si lo mismo –o parecido- lo dice una seglar, ¡no pasa nada! Con el agravante siguiente, que en el mismo periódico y día, pero ahora, en la página 28, en Carta de los lectores, se puede leer la que envía Esperanza Vaquero Arencibia, que entre otras cosas dice (en línea con lo que en su día dije o escribí): “... ¿no hay necesidades más urgentes como dar de comer a muchos parados?..., la diversión está servida y así nos olvidamos del hambre y de las penas que tenemos, todos y cada uno..., jovencitos quinceañeros borrachos...”. Y, tampoco hay nadie que arremeta contra esta opinión, tan cercana –por no decir- igual que la mía.
Pues, sin más consideración, sino la injusta de un periódico, que va a por el degüello de un servidor, y el silencio del otro, ante unas opiniones y escritos paralelos a los de un servidor. Que no alcanzo a comprender el odio de unos, y la naturalidad del otro, al aceptar como sensata la opinión de una y otra, tan igual o parecida a la de uno. ¿Acaso, la condición sacerdotal de uno, es más tenida en cuenta que la de los seglares, aunque la de estos sea coincidente?
¡Baja, muy baja ha sido la catadura moral de un periódico, que crucifica a uno, por decir lo que otros dicen, y en el otro Medio que lo dicen –igual-, lo respetan y no dan más importancia, que la que tienen la libertad y la verdad de quienes lo dicen; pues se da el dato, que también el segundo Medio, recibió mi misiva, sin que ésta fuera expuesta al apedreamiento furibundo de irracionales, que atacaban más a mi persona, que a las ideas centradas y sensatas que uno argüía, y no diferentes –en parte- a la de otras personas, que vinieron a decir, más o menos lo mismo, pero sin el fanatismo irracional de quienes alimentaron el fuego de la ira y el odio. Pues que a su gusto se lo coman.
Pretendieron hacerme daño, y sin querer –si lo lo llegan a adivinar, no lo hubieran hecho- me subieron al mayor de los podiums: ya que me elevaron a nivel nacional y más, lo que era cuestión local, con la probación de todos los extraños al Medio local. Pues, por ello, indudablemente: ¡les estoy agradecido!; y si resulta que quisieron ofender, los ofendidos fueron ellos, que se retrataron en la ignorancia, y en la maldad; pues por mí: están perdonados, y un consejo sí que les doy: que para que puedan mantenerse en los kioscos, sigan vendiendo cuchillos, que de lo contrario, iría de pu.. ..lo.
El Padre Báez, que ve con alegría que lo que un periódico me sataniza, el otro –indirectamente- lo pone en la gloria. Uno de los dos, debe estar equivocado. ¡Juzguen Vdes!
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