Que te muestran o enseñan, las maravillas de la humanidad, y parece que ignoran, no saben, no conocen, las de los guanches; todo se les va, en mostrarnos en distintos, y variados documentales, la cultura maya, la cultura egipcia, la cultura inca, la cultura..., ¿por qué no la cultura guanche?, ¿es que no dijeron ya en el siglo XV -bien al comienzo (1402)-, los normandos aquello de: “irán al mundo entero, y no encontrarán a gente de más lindo entendimiento...”?
Han pasado seis siglos, de esta frase, y parece no se han enterado, teniendo como tenemos ejemplos mil, y voy solo a poner dos, de los más de doscientos que tengo reseñados: un canario (descendiente de los guanches, y por tanto guanche), fue presidente de España (ahora espakistania); y otro canario –también guanche, por tanto-, fue presidente de la Conferencia Episcopal Española; y es que tanto en política como en religión –ya dije iba a poner solo dos ejemplos-, pero están los de la literatura, el cante, la arquitectura, la pinturea, etc., etc.,- en todas las manifestaciones, el canario (es decir el guanche), al presente corrobora esa frase de los franceses del norte.
Pues, que vuelvo a lo del principio: si tenemos los misterios que dicen de los otros (la base cruciforme de nuestras construcciones); si tenemos conservados tesoros de la arqueología (figuras, grabados, cerámicas, etc.); si tenemos restos más que nadie (la isla toda [las islas] son un museo; si fueron unos maestros de la piedra inigualables (ver Ansite, con su “capilla Sixtina de los Guanches”); si tenemos la monumentalidad de nuestros yacimientos (la Guancha, ex-Maipés, ex-Tufia, etc.); si tenemos “templos” (almogarenes, tagoros, altares, etc.); si tenemos figuras (la figura de Tara [Gáldar], la figura de Jinámar [Las Palmas de Gran Canaria], la figura de Tirajana [Tunte], etc.); si tenemos jeroglíficos (líbicos, bereber, púnico, romanos, etc.); si tenemos Guanartemes (si pongo la lista, me extiendo demasiado); si tenemos momias (aquí, y repartidas por el mundo [confróntese, mi comentario “Antropológico de Madrid”]); si tenemos precisión (observable en cualquier pared, casa, muralla, puerta, etc.); si tenemos ingenio (la puerta imposible de abrir desde fuera en el granero de Temisas, las minas en Los Hogarzales; poblados ocultos bajo tierra, etc.); si tenemos manifestaciones de los guanches, no superadas aún por nadie en el mundo (la astucia de vestirse de castellanos, y..., lo de las gaviotas, ¡una resistencia de cien años!, etc.); si tenemos los mejores ejemplos del mundo (nobleza, virtudes, sagacidad, etc.); una civilización –no grande- la mayor del mundo (legislación, política, religión, organización laboral, etc.); si tenemos...
Es el caso, que se asoman al pasado de toda cultura del mundo entero; y la nuestra, como si no existiera. Tenemos un pasado, el más brillante del mundo; tenemos huellas de nuestros antepasados que perduran por todas partes, y de esto: nada de nada, como si no existiera. Y en ello, no se implican: ni la política, ni la universidad, ni la cultura, ni los Medios de Comunicación Social, ni..., ¡nadie! Ya está bien de ostracismo, de silencio, de complejo de inferioridad, de endofobia, de no valorar lo nuestro, de indiferencia, de bobaliconamente abrir la boca ante cualquier otra manifestación de cultura o arte del mundo, y haciendo “¡fosss...!”, a la nuestra.
En fin, que lo dejo –por hoy- pero asqueado de tanta marginalidad de lo nuestro, de tanta ignorancia, de tanta apatía..., la prueba, que pasados de doscientos los comentarios sobre la arqueología, los arqueólogos, no me han dicho, “¡ni ahí te pudras!”; pero, si son ellos los que tapan nuestros yacimientos con planchas de hierro, ¿que cabe esperar de ellos? Pero, al menos los del Patrimonio, ¡de estos, menos (cabe una felicitación o un detalle, pues, ¡no señor!). Nada, de nada. Silencio, mutismo, opacidad, oscuridad, etc. Pues, como mínimo, voy hasta doblar el número de estos comentarios, y `puesto en ello, ¿por qué no los quinientos? ¡seguro llego al millar, y me paso...!, mejor: ¡mientras viva, y la mente me de para ello! Prometido.
El Padre Báez, que pone en primer lugar nuestro patrimonio, por ser el mejor del mundo, y ve en todo patrimonio extraño lo secundario.
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