La gran pena, en arqueología, es que: ¡yacimiento que tocan, musealización, que te pego! Parece que el cabildo, el único verbo que conoce, referente a los yacimientos es el de “museizar”, y ello, aunque la totalidad del yacimiento, no haya sido excavado; es decir, se dan más prisa en hacer un museo, que en terminar el trabajo.
Y ello, como si todo el trabajo que deba hacer los del patrimonio, más que mirar hacia el pasado, de inmediato le pegan o añaden al yacimiento el negocio padre, antes de la construcción de lo que ni pega ni es necesario; y después a espera a un público, que más que a ver el yacimiento, venga a consumir lo que les presenten en la carta u ofertas.
El proyecto, por tanto no es el guanche, sino el “a costa de los guanches”. Que conservar es una cosa, y esta fiebre por la museización, con toda su parafernalia, es muy otra. Parece que todo –por poco excavado- ya debe ser museizado. Y claro, parece que están más preocupados, por enseñar lo excavado, que en seguir excavando; esto ha de ser lo primero, y olvidarse de lo segundo.
De tal forma y manera es la cosa, que a poco que nos descuidemos, vamos a tener arqueología y arquitectura, hermanadas y bien unidas; es decir: en cada yacimiento un proyecto o museización. Y es el hecho, que aquí, parece todo es museizable, sin más; donde más preocupa los baños para los visitantes, que el yacimiento en sí.
Y parece, no les importa el impacto, que modernas –o no- construcciones, afectan al yacimiento, más allá de la estética; pues con todo ello, es indudable hay un fuerte impacto a muchos niveles, que dañan al mismo yacimiento, que no necesita de esos ad láteres. Pues, la zona que se museíce se convertirá en un daño irreparable al yacimiento. Y es que no es compatible, el yacimiento con obras en el mismo (por más que se separen algo).
El Padre Báez, que a tal respecto añade, que: no faltan lugares donde llevar y poner los hallazgos de esos lugares en concreto, como se han hecho y hacen con otros, donde se pueden visitar y estudiar.
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