Ya no se de quien esperar, que anuncie mañana (cualquier día), que se va a tomar en serio la iniciativa de preocuparse de los yacimientos arqueológicos que tenemos; de tantos restos abandonados a sus suertes, por toda la geografía insular; y ello, por tratarse de algo que es o debe ser prioritario, dada la importancia para conformar y fortalecer nuestra propia identidad. Que es el patrimonio, el verdadero “santuario” de la canariedad.
Y ya sea el cabildo –que es a quien le corresponde-, ya por el gobierno –que empuje en esa dirección-, o la misma universidad, por ser ella la de la educación y cultura (o debiera serlo), hay que poner en marcha distintas intervenciones, en otras tantas zonas. A tal fin, se programe; no falten presupuestos indispensables y necesarios; y así –de entrada- poder limpiar distintos y otros tantos espacios; también es urgente señalar completamente cuanto tenemos; y que se hagan las catas necesarias, para poder hacer los distintos trabajos que se planifique.
Para las elecciones, han hecho algunos anuncios –que se quedarán en eso, sin más-, pero hay que presentar en serio, los distintos y necesarios proyectos, para que se intervengan arqueológicamente donde sea necesario y más urgente, y seguir, sin parar, en una labor continua. Y ello, porque el conjunto de yacimientos, es elevado, y en ellos está en juego, nuestra Historia. En ellos, está escrita y por desvelar datos que la complementa y cambia. Se verá el transcurso del tiempo, la evolución y desarrollo de nuestra cultura. Cada yacimiento es –sin dudarlo- un laboratorio, donde descubrir tanto y tanto.
Estas intervenciones por hacer, nos ayudarán a conocer mejor nuestro pasado, al tiempo que se puede y debe dinamizar nuestra economía, al poner en evidencia cuanto tenemos y que no tiene nadie en el mundo, por originalidad y desconocido; que tenemos un verdadero tesoro por mostrar al mundo, que se asombrará cuando lo descubra o conozca; y más que tenemos aún por descubrir, pues en todo esto, estamos todavía en pañales.
Tendríamos, pues, que proponernos un dinamizar y activar este reconocimiento y conocimiento de nuestra patrimonio, y ponerlo en valor de cara a un turismo que no desviado de Egipto, sino venido ex profeso aquí, por más que el país citado, vuelva a ser lo que fue. Que estamos en una encrucijada privilegiada, y no se le saca partido algunos a tanto bien; como si se tuviera la consigna de ocultar y no mostrar lo que aquí nos dejaron los guanches, con su sello único y exclusivo. Razón esta, por la que tan rico patrimonio no puede seguir oculto tanto en vitrinas como bajo tierra, de donde debe salir, para que el mundo conozca, las obras de los hombres más inteligentes del siglo XV, cuando en espakistania (antes España) se vivía la Edad de Oro.
El Padre Báez, que insiste en que no se pare en el trabajo arqueológico, de donde hay tanto que extraer, y tanto por descubrir, al margen de otras operaciones pendientes.
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