Basta que uno se eche campo a través, con ojo avizor, para descubrir, cada día sin excepción una manifestación –o varias- de nuestros antepasados.
No en vano, pisamos el mismo suelo, y son muchos los que –media Gran Tabaibal (antes Gran Canaria), vive en las cuevas de los guanches, si bien camufladas y disimuladas; también transformadas.
¡Cuanto por descubrir en las cuevas! Bastaría mirar al techo y al suelo (arriba la brea, y abajo los hoyos), y siempre la base o forma de cruz!, ¡Cuánto material intacto! Si fuera de las cuevas, todo construido con piedra y tierra; y estamos hablando de unos veinte siglos (cinco antes de Cristo, y hasta hace cinco o seis).
Que también hay un periodo clásico (el primero), y podemos clasificar, según... (antes del redescubrimiento, el siglo de oro, y la decadencia a partir de 1483, ¡por ejemplo!, u otra)...
Lo que cada día aparece es como para cambiar todo lo anterior, en base a lo nuevo descubierto; son muchos los años que duermen sin que los que deben los despierten. Si tenemos que estamos en un lugar reducido, tanto tiempo, y tanta gente, y diversas..., pues ¡hay p´largo, si hubiera voluntad!
Pero, son los arqueólogos los que deben hablar, y sin embargo: callan (¡bueno: ponen planchas de hierro en los yacimientos!).
Queda claro, tuvimos varios o diferentes periodos, pero..., como si una nube lo cubriera todo, sin más, ¡un manto! (Conste, que desde Méjico, me piden les hable de los teotihuacanos [ya haré alguna comparación con los guanches]). Aquí, descubrir algo, es hacer alguna obra, pues sobre aquellas estructuras guanches, se asientan nuestros pueblos y ciudades, nuestros campos y cercados.
El padre Báez, que no se va a cansar de difundir nuestro mayor tesoro: la arqueología o el patrimonio histórico guanche, lanzando esta pequeñas “pelotas” diariamente a ver si alguien las recoge, ¡claro que sí!
No en vano, pisamos el mismo suelo, y son muchos los que –media Gran Tabaibal (antes Gran Canaria), vive en las cuevas de los guanches, si bien camufladas y disimuladas; también transformadas.
¡Cuanto por descubrir en las cuevas! Bastaría mirar al techo y al suelo (arriba la brea, y abajo los hoyos), y siempre la base o forma de cruz!, ¡Cuánto material intacto! Si fuera de las cuevas, todo construido con piedra y tierra; y estamos hablando de unos veinte siglos (cinco antes de Cristo, y hasta hace cinco o seis).
Que también hay un periodo clásico (el primero), y podemos clasificar, según... (antes del redescubrimiento, el siglo de oro, y la decadencia a partir de 1483, ¡por ejemplo!, u otra)...
Lo que cada día aparece es como para cambiar todo lo anterior, en base a lo nuevo descubierto; son muchos los años que duermen sin que los que deben los despierten. Si tenemos que estamos en un lugar reducido, tanto tiempo, y tanta gente, y diversas..., pues ¡hay p´largo, si hubiera voluntad!
Pero, son los arqueólogos los que deben hablar, y sin embargo: callan (¡bueno: ponen planchas de hierro en los yacimientos!).
Queda claro, tuvimos varios o diferentes periodos, pero..., como si una nube lo cubriera todo, sin más, ¡un manto! (Conste, que desde Méjico, me piden les hable de los teotihuacanos [ya haré alguna comparación con los guanches]). Aquí, descubrir algo, es hacer alguna obra, pues sobre aquellas estructuras guanches, se asientan nuestros pueblos y ciudades, nuestros campos y cercados.
El padre Báez, que no se va a cansar de difundir nuestro mayor tesoro: la arqueología o el patrimonio histórico guanche, lanzando esta pequeñas “pelotas” diariamente a ver si alguien las recoge, ¡claro que sí!
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