Un poco de historia, por más que resumida, no nos viene mal, ¡vamos pues a ella! Desde que los guanches ocuparon esta isla o islas, y las seguimos ocupando sus descendientes -es decir nosotros-, y desde que el mundo es mundo, la tierra alimentó a sus hijos, o a los que la pisan, si la labran. Y eso fue así, hasta los desgraciados años 60-70, en los que el maldito turismo, fue nuestra mayor desgracia: vació los campos de ganaderos y agricultores, y se fueron todos a hacer hoteles y a hacer camas, y se abandonó la tierra, la fuente de la comida y el trabajo. Y en esas estuvimos, hasta que el dicho turismo nos abandonó, y ahora, ni uno, ni el otro; pero, los hay, que ciegos, no se resignan a verlo, y aunque el turismo languidece y llega a cuenta gotas, y tan pobre como nosotros, los hay que siguen creyendo que hacerles hoteles es la solución, cuando están vacíos, y se caen. Pero, viene esto a cuento, porque uno que es historiador de profesión, igual que la señorita alcaldesa de Artenara, al igual que el “copito de nieves” del cabildo, no entiende cómo, sabedores de la Historia, se han dejado llenar la periferia de la isla, por lo que es el litoral, y más adentro, hacia las cumbres todo de cemento; cemento que desplaza y dificulta lo que siempre se hizo, pues si donde desde que el mundo es mundo se plantó lo que fuera, si encima y ahí, se planta un edificio, ya de por vida in eternum, ya no se podrá plantar nada más, porque el cemento, es como el pino. Y he aquí, que hablando de pinos, la isla además se nos ha llenado de tabaibas, y es justo y junto con los pinos, la única agricultura boyante que tenemos, y en cuanto a la ganadería ya sabemos que tenemos más perros en el Tabaibal (antes Canarias) que somos, que tabaibaleros (antes canarios) estamos. Y es el caso, que como éramos poco, parió la abuela, y es que en Tejeda un teleférico en el Nublo, y Artenara, para no quedarse atrás: ¡un hotel en La Cilla!, lugar que etnográfica y arqueológicamente, junto con la montaña que lo encumbra, debe ser lugar sagrado, y no porque Don Domingo Báez, q.e.p.d., pusiera allí la imagen del Sagrado Corazón de Jesús –que lógicamente molesta para el proyecto de los arquitectos Chesa y Mena, que no encontraron mejor sitio, sino estaliscar en una montaña, un hotel rural-, como si no hubieran suficientes casas rurales, dedicadas al turismo en Artenara, o como si no hubieran más cuevas vacías y prepararlas a tal fin, si es que es tanta la demanda, que hay que romper el paisaje, metiendo cemento, hasta en las montañas; que no conformes, con los de la costa, van a llenar la isla en su interior también de cemento, ¡qué asco de políticos, Dios! Y es indignante, quieran romper el paisaje, y que después de los recovecos, curvas y más curvas, para llegar a Artenara, llegados a la última curva, que da vista al pintoresco pueblo del lugar, ahora –si se llega a hacer esa mamarrachada- lo primero que veas, es coronando La Cilla, un hotel, tipo apartamentos, como los que hay miles y miles en el sur y por todas partes. Que se pretenda llegar al corazón de la cumbre y romper el paisaje, sin respetar ese lugar rústico, declarado turístico, es algo que no cabe en cabeza bien pensante. Por de pronto, la idea no puede ser sino de quienes odien a Gran Tabaibal, (antes Gran Canaria), y no ama a su tierra, sino que la entrega y la prostituye; y toda Artenara y la isla toda, debiera protestar e impedir se cometa ese atropello. Pero, veamos más despacio: Un Ayuntamiento, no debe hacer las locuras de un alcalde o alcaldesa, sin más; si esto es una democracia, el pueblo debe hablar y decidir. Que el Chesa y el Mena (arquitectos), deben hacer hotelitos en el sur, y reparar los que están viejos y obsoletos y hay que restaurar, y en todo caso, no sean depredadores del paisaje, que es una asignatura de arquitectura, y a saber si la aprobaron por los pelos, a pesar de que sean profesores de la facultad de arquitectura, pues: ¡vaya ejemplo, que dan a sus alumnos! Hay lugares, donde no se debe construir, nada. Ahora resulta, que además del sol y la playa, Artenara ofrece esto a los turistas, un hotel en las cumbres, y ¿por qué no ofrecen una ruta arqueológica, y que sigan durmiendo en Maspalomas o Mogán?, y ello, sin cargarse una montaña, que filtrará toda la mierda de ese pretendido hotel, y el trabajo de tractores y excavadoras afectarán al túnel y balconada de La Cilla, ¿es que no han previsto estos daños colaterales? Pero, repito: ¿no hay suficientes cuevas en toda Artenara, para albergar a los pocos turistas que se deciden a coger frío en invierno y a asfixiarse en verano con el calor de los pinos? Pero, lo peor de todo es lo que viene de la dos joyas de arquitectos citados –que dicen- como la roca es blanda –razón, por la que no se la debe ni tocar- que será barato al promotor –algún extranjero que optará, si no frenamos tan alocado y disparatado proyecto- vendrá a dañar y a estropear la paz de un pueblo tranquilo, que si quiere hotel, ya tienen en Tamadaba, las casas de los guardias y otras en ruina (¡que las conviertan en lo que quieren, pero que no hagan nada en el pueblo!). ¿Acaso no cae el Seprona y los de Miedo o Mierda Ambiente sobre el que ose hacer lo más mínimo en el campo?, ¿cómo al presente, van a mirar a otro lado, permitiendo la mayor? Pero ya es triste que cuando la mayor crisis del turismo, se piense en hacerles un hotel, para que se llene de lagartos y saltamontes, ¡no te digo!; que la montaña de La Cilla, como la de Tindaya, debe ser respetada y ni tocada (incluso, me inclino, porque quiten el desproporcionado y feísimo Corazón de Jesús, que rememora al de Río de Janeiro, y es hasta insultante al buen gusto y a la fe, y rompedor –también- del paisaje. La Cilla, por lo que significa y es, debe ser respetada, y no solo ella, sino su entorno; y por tanto su cumbrera o loma. Y es mentira, que algo súper moderno, abstracto, y cajoneras de apartamentos, puedan integrarse con y en un ambiente distinto y distante. Pero, cuando no cien puestos de trabajo –que dice la Alcaldesa creará el hotelito en cuestión de 14 apartamentos-, sino miles de puestos de trabajo, se darían en Artenara, si se promoviera la agricultura y la ganadería, y ello, además, si se decidieran a arrancar los pinos y recuperar para el cultivo y el pastoreo, el terreno robado por el cabildo; que lo único que ha conseguido, además de lo dicho (la muerte de Artenara), es dejarla sin un solo remaniente, o fuente –¡donde tantas habían!-, y tanto que hace cosa de algunos años atrás, al quedarme sin agua en la cantimplora, atravesando la isla, pregunté a un lugareño, a las afueras de Artenara que dónde podría coger agua, y me dijo: “¡mi niño, desde que plantaron los pinos, se secaron todas las fuentes, remanientes, charcos, barranquillos, y tal es así, que ni animales ya tenemos, porque donde habían hasta trescientas vacas, no hay ya ni tres!”; que al presente –digo yo- no creo haya ni una. Eso sí, antes de verse la montaña, te topas con el monumento en hierros-corten, al pino, y ¡Viva San Matías! Patrono de los pinares. La verdad, que no se de dónde coño se han sacado eso. Pues lo dicho: un pueblo, que tiene en su escudo heráldico dos cabras, signo de su ganadería y labranza en otro tiempo, solo cosecha para el fuego, es decir: pinocha; y por si era poco, ahora: van a hacer un hotel encima de La Cilla. Es para impedirlo entre todos. Y si no, aprendamos de Tánger, de Egipto, de Libia, de..., y de tantos otros que comienzan a copiar a los dichos, que al que hace daño a un pueblo, atentando contra su patrimonio natural y otros, hay que echarlos, antes de que sigan perjudicando y dañando, lo que después no va a tener solución, ni remedio;y antes de que se les ocurra, le voy a dar una idea a Guacimara, la Alcaldesa -que ya no se vuelve a presentar-: ¿por qué no urbanizas -tipo Marbella- la Playa de Artenara de Arenas Blancas?, ¡no te digo! En disparatar y estropear, nadie en el mundo nos gana, y así nos luce el pelo: y tanto, que todo el mundo cultiva para alimentarnos, y nosotros aquí, esperando a los turistas, que ya no vienen (¡y les hacemos hoteles!).
El Padre Báez, que en lugar de cultivar turistas, piensa es mejor plantar papas, y poner cabras en nuestro suelo rústico. Y de paso, que arranquen los pinos, que solo dan fuego ¡y son un peligro!, además de esterilizar y envenenar la tierra, e ingenuo el que todavía crea, que el pino atrae el agua; pues, decía el abuelo del Profesor Reina, q.e.p.d.: “si quieres mojarte todo el año, planta nogales y castaños (sabiduría popular)”.
PD.- Telde, Arucas, Teror, Gáldar, etc., no tienen hoteles, y ¡Artenara (y la Aldea) quieren uno, y encima o sobre de/un lugar que es monumento natural y techo de una cilla, altamente protegida, como patrimonio arqueológico, etnográfico e histórico!
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