Que Las Palmas de Gran Canaria, quiera ser la ciudad europea de la cultura, y que no crezca en cultura, es un contra sentido. Está más que claro, que sobre arqueología –por ejemplo- existe un caos peor que el urbanístico. Por otra parte decir escaso, es decir mucho sobre el valor que le da la ciudad a nuestro patrimonio. Es muy posible, que hasta ahora, hayan estado un tanto distraídos, pero desde hace unos años, les vengo dando la ración diaria arqueológica, y es como para que ya se hayan puesto las pilas, y se ocupen de la arquitectura guanche (les he escrito hasta un libro), que se ocupen de los yacimientos; que se ocupen de la arqueología; que se ocupen... en ello están las huellas de las generaciones que nos precedieron siglos atrás.
No podemos seguir sin estudiar los hechos que configuran nuestra historia; se la debe estudiar. En la historia, está la memoria y el patrimonio mayor de un pueblo (es posible que como historiador, esté influenciado por la propia profesión). Hay que explicar qué pasó en cada lugar arqueológico. Saber eso, es principalísimo para nuestra memoria e identidad como pueblo (ya no es un capricho). Nuestra gente debe saber: sobre la economía de los guanches, también sobre su producción consecuentemente; las bases políticas (guanartemato), y sociales. Son algunos de los aspecto por investigar. Y ese libro a consultar, es la arqueología, los yacimientos nuestro patrimonio.
No es cuestión de describir –como suelen hacer dándonos medidas en centímetros del yacimiento- con números, sin más; hay que explicarlo todo (o casi todo). Hay que darle al pueblo charlas, conferencias, lecciones, etc., sobre estas dinámicas señaladas –y otras-. Que nuestra gente conozca su propia cultura (más allá de las revistas de prensa rosa que nos mal regalan los periódicos). Hay que alimentar culturalmente a nuestro pueblo, para que sepa quiénes son y de dónde vienen (somos y venimos). No nos podemos quedar en lecciones de fútbol, sino pasar sobretodo a las de arqueología. Precisamente todo esto, antes que encerrarnos en un gueto, nos hace más universales. “No tengan –pues, como decía el Beato Papa Juan Pablo II- miedo”.
El Padre Báez, que espera para mejor estudiar nuestro pasado, levanten de los yacimientos esas pesadas planchas de hierro, que ocultan parte de nuestro patrimonio
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