viernes, 18 de febrero de 2011

   EL SEXO DE DIOS
 
    En la edad Media, la escolástica en su filosofar y hacer teología se preguntaba el sexo de los ángeles, pero que ahora, como triunfo de las feministas, Dios sea diosa y madre, es como para descojonarse. Tampoco es que Dios no sea Padre-Madre, y no un Hermafrodita, sino que hablar de Dios, cuando decimos algo de Él, según San Anselmo, eso no es Dios, porque no lo podemos definir (o poner límites).
 
    Tampoco es cuestión de resucitar  la vieja mitología griega y otras con el cachondeo sexual de los dioses y el mundo de los dioses inventados, ante la trascendencia y lo misterioso. Si nos atenemos a la Tradición, más seria, y aceptamos la revelación (lo que Dios mismo ha dicho de sí, las cosas son bien distintas y contrarias a una nueva y falsa pretendida “religión”, que adora a una abstracta e inexistente diosa, llamada Chaxiraxi. No esta bien inventarse religiones y dioses o diosas, que es algo, que pertenece a épocas oscuras de la vida; y no es en esos argumentos donde hay que apoyarse.
 
    En todo caso, en el Éxodo, donde el Dios de la Biblia, se define, dice llamarse “el que es (está, existe, vive...)”, que en hebreo es Yavé (o Jeová); quedémonos con el a..a, de su pronunciación, que curiosamente coincide, con el Dios de los guanches, pues en su lengua o idioma, lo llamaba “Acorán”, donde se mantiene las dos a..a; y lo mismo tenemos en las variantes de “Achamán” de Tenrife: (a..a), y lo mismo sucede con el “Abora” palmero, que sigue manteniendo en la nominación divina, el a..a. No hace falta más estudios, ni más investigación, para caer el la cuenta, que se trata del mismo Dios (el bíblico y el de los guanches).
 
    Tenemos además, otro argumente en esta línea y es el que nos da Jesús, cuando nos dice, llamemos a Dios, con la expresión “Abba”, donde se continúa con la doble a..a, que se referencia siempre a Dios.
 
    Detengámonos un poco en la expresión del Abba de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que dice nos dirijamos a Dios, como lo haría un niño, que lo primero que dice cuando comienza a emitir sonidos (al margen de sus lloros), es el “baba...” (a..a), o balbuceo, con referencia y mirando a su madre, que es quien lo amamanta, cambia y cuida. Con lo cual, Jesús que hace siempre referencia a su Padre (y no Madre), nos dice que lo tratemos como a una madre; es decir, con confianza plena, como un hijo con su madre, habida cuenta el padre, siempre suena como a más dureza o reprensión y castigo: recuérdese lo que toda madre dijo en el pasado hasta bien reciente: “¡cuando venga tu padre se lo digo! Y todo esto, no significa sea Dios macho o hembra, sino que es un padre, como una madre. De aquí, a dar el salto a una diosa, llamada Chaxiraxi, hay no un abismo, sino una imposiblilidad absoluta.
 
    Que, si los guanches, tenían a Chaxiraxi, como madre de Acorán (o Dios), a modo y semejanza de los cristianos, con la Virgen María, ni ellos ni nosotros, hacemos diosa a María, sino la Madre de Dios, cosa bien diferente.
 
    El Padre Báez, que mira con pena, se haga pesar sobre los guanches, algo que es irreal, y no se ajusta a verdad. Los guanches, no rechazaron el cristianismo, por la gran similitud con el mismo, y al venir de ese mismo mundo un tanto judaico, y en parte cristianizado.

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