jueves, 10 de febrero de 2011

(152): ÁREAS COMERCIALES EN ZONAS ARQUEOLÓGICAS

    Cansado ya está uno, de ver obras que invadieron zonas arqueológicas, sin saber un servidor si con permiso y autorización a sabiendas del resultado: sepultar nuestro pasado, para favorecer al cemento.

    ¿Nadie –acaso- se opone a estas obras asesinas en lugar de proteger nuestros yacimientos? ¿Qué hace la Dirección o lo que sea del Patrimonio al respecto, o qué es lo que ha hecho?, ¿no se les ponen condiciones a estas obras: cercanas, limítrofes, atropelladoras y barredoras de yacimientos?

    De modo que se invade una zona arqueológica, ¿y no pasa nada? Pues yacimientos hay, que han sido invadidos por obras, sin más, desapareciendo –me imagino del inventario de bienes-. ¿Cómo es que se le da “Luz”, para que actúen sobre prospecciones arqueológicas? Patrimonio, ¿qué hace en estos casos?, ¿se da el visto bueno? A posteriori, ¿no se obliga a descubrir lo soterrado?, ¿es así como se protege nuestro Patrimonio?, ¿por qué se superponen yacimientos y edificaciones, pisándose unas a las otras, sin más delimitación y distancia?, ¿se limitan las obras a exhibir como parte de lo propio y como cebo para sus intereses comerciales si se trata de áreas comerciales u otras?, ¿es eso todo? Encima se aprovechan y apropian para su bien particular de algo que es de todos?

    Por eso, creo debe haber algún Organismo supra (o por encima del Patrimonio), que imponga la ley. Hay que informar desfavorablemente para que no actúen sobre los yacimientos. Hay que cuestionar la viabilidad de ciertas obras, por el daño que van a ocasionar al Patrimonio.

    ¿Quién se preocupa por el impacto que ciertas obras pueden tener sobre yacimientos y en general sobre nuestra arqueología?, ¿quién informa sobre ello?, ¿qué se exige a las constructoras?, ¿vale un informe cualquiera?, ¿se puede construir sin más en la cercanía de un yacimiento?, ¿qué control y seguimiento arqueológico se sigue en estas obras?

    Es posible, la población, carente de la formación y valoración de la arqueología, no se manifieste ante estos atropellos, y nada digan al respecto, pero al menos el colectivo arqueológico –si existe- debe (debiera) preocuparse y evitar se den situaciones como las que podemos ver en “Las Terrazas” y en “El Mirador (áreas comerciales gigantescas que chorrean yacimientos por todos los costados, y están construidas sobre y en zonas arqueológicas de primer orden)”.

    El Padre Báez, sabedor de obras guanches, bajo cemento u obras megalíticas o faraónicas

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