martes, 2 de junio de 2015

regreso

Vuelta a las tabaibas...
“...iba  todos los días a hacer labores... para ganarse el sustento con el trabajo de sus manos...” (del libro de Tobías 2, 10-23).
“... en la tierra, la descendencia... será bendita...” (del salmo 111).
“... lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios...” (de Jesucristo: evangelio de san Marcos 12, 13-17).
“... espían al pobre; acecha en su escondite como león en su guarida, acecha al desgraciado para robarle, arrastrándolo a sus redes; se agacha y se encoge y con violencia cae sobre el indefenso...” (del salmo 9 B).
“... malvados que merodean para chupar como sanguijuelas sangre humana...” (del salmo 11).
“... malhechores, que devoran a mi pueblo como pan... podéis burlaros del desvalido, pero...” (del salmo 113).
“... que otro coma lo que yo siembre...” (del libro de Job 31, 1-8. 13-23. 35-37).
... o regreso al campo, de aquellos que hace medio siglo lo abandonaron y dada la situación de hambre y pobreza regresan o vuelven al campo. Pasa, que se lo encuentran todo lleno de tabaibas, y protegidas, no las pueden ni tocar, he ahí el dilema y la grave situación; en la ciudad se mueren de hambre, y en el campo también.
Y es que, sin trabajo y con tierras en el campo, llenos de pobreza y el campo lleno de hierbas, todos parados en casa, y el campo esperando manos y sudores, pues que se vienen, suben, vuelven, regresan..., eso sí poco a poco. Es decir, el campesino se volvió urbanita y ahora vuelve a sus orígenes. Antes bajaron del campo a la ciudad, ahora suben de la ciudad al campo, pero no saben la que les espera (¡el miedo ambiente!), pero...  sigamos: Otra salida no hay salvo que se emigre, pero ¿y a dónde?; pues, a la tierra de los abuelos, de los padres, a la propia. Y de paso, esos barrios fantasmas, donde no se ve un alma, comienza a haber esperanzas, andanzas, labranza..., pero con mucho miedo al miedo ambiente y al seprona, que vigían, guardias unos, policías los otros. Y es que de seguir en la ciudad o en grandes poblaciones mayores serán las ruinas, las miserias, las hambres..., mientras allá arriba: el huerto, los árboles frutales, la fuente, la tierra, una cabrita (con zarcillos, matriculada, veterinario...), ¿no es más barata la leche en la ciudad? En fin, normativas, leyes, artículos, multas..., ¡en mala hora esa vuelta al campo! Vigilado cual delincuente, castigado cual ladrón, arruinado por querer comer... Y es que en paro en la ciudad, ahora en el campo no para, se le echa la noche encima y sin descanso trabajo no le falta y nunca acaba, pero al acecho, a escondida, cual si un malhechor o chorizo fuera, y la visita, y la multa porque no tiene permiso, porque... ¡la ruina! ¿Volver a la ciudad?, ¿resistir?, ¿aguantar?... Se puede sostener, pero no gana para multas, y miedos, y susto... ¡que ni duerme! Total: volver al campo le ha resultado un calvario, un martirio, una desgracia, y se ha venido de Guatemala a Guatapeor. De crisis en crisis, y sigo porque me toca..., pero la duda sigue: ¿medio rural o zona urbana?
El Padre Báez.

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