lunes, 22 de junio de 2015

policía

La policía tabaibera (o la del miedo ambiente)...
“... sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre... (del libro del Génesis 12,1-9).
“... hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro...” (de Jesucristo, en el evangelio de san Mateo 7, 1-5).
“... insultan y hablan mal, y desde lo alto amenazan con la opresión...” (del salmo 72).
“... sale como un héroe, excita su ardor como un guerrero, lanza el alarido, mostrándose valiente frente al enemigo...” (del cántico del profeta Isaías 42, 10-16).
“Oh Dios, que encomendaste al hombre la guarda y el cultivo de la tierra, y creaste la luz del sol en su servicio...” (de la oración de Laudes del lunes IV).
“... ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscuras...” (del salmo 82).
“... ánimo... para que os libre del poder enemigo...” (del profeta Baruc 4, 20-22).
... que vivimos en un estado policial en El Tabaibal, es obvio (estuve seis días en Holanda y no vi ni un solo policía de nada), que aquí tenemos y vemos policías por todas partes, a todas horas, y repetidos y distintos en su gran y enorme variedad o diversidad, y así, tenemos:
-         La policía militar (en los aledaños de los cuarteles)
-         La policía local (que no loca, sino del lugar)
-         La policía nacional (la de fuera, que nos mira y trata como a terroristas)

-         La policía verde o del Duque de Ahumada, llamada guardia civil, en sus diversas ramas, como
-         La policía seprona al servicio del cabildo y multadora o recaudatoria
-         La policía motorizada en carreteras o de tráfico
-         La policía tipo “seguritas” en sus diversas modalidades o patrones
-         La policía secreta, la que vestida de paisano no se identifica sino con la placa que te muestran
-         La policía portuaria (la que se pasea junto a los mares)
-         La policía aduanera (ésta por los aeropuertos).
-         La policía personal (o guardaespaldas impuesta o pagada por el interesado)
-         La policía..., policía..., policías..., policías..., y más policías
-         Los casi policías de la Cruz Roja
-         Los también casi policías de la protección civil...

¿Y para qué seguir, si con dos o tres que sirvan de ejemplo sería suficiente?, y no voy a seguir nombrando distintos “cuerpos” policiales. ¡Bueno no quiero dejar de citar a la Policía del miedo ambiente (por si eran pocas las policías [parió la abuela, ¡o el cabildo!])!, que es la que persigue  multa a los campesinos, sean agricultores o/y pastores, la que no te deja hacer nada en la tierra y te multa por nada y por todo. Es decir, vivimos en un estado policial. Que vuelto de Holanda, lo primero que veas al salir del aeropuerto -sin contar los que estaban dentro- lo primero que veas sean a cuatro policías de tráfico, y poco más adelante a otros dos, y otros dos, sin contar los que se entrecruzan -locales y otros-, es que vivimos -repito- en un estado policial. Pero, insisto: aquí, en El Tabaibal. Pues jamás olvidaré que con la Televalsequillo, con  su director Adolfo Santana, y con el cámara Juan Alonso viajamos por más de media españa, llegando hasta Valladolid, siguiendo la huella de los Guanches, y solo en la entrada de Guadalupe (Cáceres), vimos el único coche de la guardia civil, sin que más guardias encontráramos, sino al que a duras penas pudimos --de la municipal-encontrar en Valladolid, para que nos indicara el archivo que buscábamos de una Orden Religiosa (Mercedarios), donde el archivero experto en el tema de los guanches rescatados por ellos en Sevilla y en otros lugares, nos indicara la dirección. Que tanto en españa como en Holanda, no se vea un policía y aquí los tengamos hasta en la sopa, ¿qué pasa? ¿Somos un país (una comunidad autónoma) donde se vive de las multas a pobres y desgraciadas personas por el único delito de ser o existir?, ¿o tal vez seguimos como salvajes a los que hay que domar o domesticar?, ¿acaso llenamos las arcas de los distintos estamentos (cabildo, gobiernos, ajuntas y mientos, etc.) a base de escurrir (u ordeñar) a todo aquel que se mueva, y haga lo que haga o deje de hacer? Pues dicho queda. Lo que sí estoy seguro, es que ninguno de los citados (y más, por no alargar la lista), van a desaparecer. Pues (con perdón), ¡vaya mierda de lugar!

El Padre Báez.
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9. Al mismo tiempo, Bartolomé llamó la atención sobre las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales, que nos invitan a encontrar soluciones no sólo en la técnica sino en un cambio del ser humano, porque de otro modo afrontaríamos sólo los síntomas. Nos propuso pasar del consumo al sacrificio, de la avidez a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de compartir, en una ascesis que «significa aprender a dar, y no simplemente renunciar. Es un modo de amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero a lo que necesita el mundo de Dios. Es liberación del miedo, de la avidez, de la dependencia»[17]. Los cristianos, además, estamos llamados a « aceptar el mundo como sacramento de comunión, como modo de compartir con Dios y con el prójimo en una escala global. Es nuestra humilde convicción que lo divino y lo humano se encuentran en el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin costuras de la creación de Dios, hasta en el último grano de polvo de nuestro planeta »[18].
San Francisco de Asís
10. No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior. (de la encíclica de Francisco Laudato si).

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