sábado, 6 de junio de 2015

comer

Nos comeremos unos a otros o comemos tabaibas...
“... el espíritu que está dentro del hombre no conoce todo lo que hay en el hombre, y en cuanto a sus pensamientos, voluntarios o no,  no siempre juzga rectamente. Y, aunque los tiene ante los ojos de su mente, tiene la vista interior demasiado nublada para poder discernirlos con precisión... Nuestro propio criterio... nos hace ver como bueno lo que no es tal. Hay algunas cosas que tienen una falsa apariencia  de virtud... que engañan a los ojos del corazón... que embota la agudeza de la mente, para hacerle ver lo malo como bueno y viceversa... Todo, por consiguiente, debemos hacerlo guiados por la luz del discernimiento...” (de los tratados de Balduino de Cantorbery, obispo).
“... sus posesiones fueron catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil borricas...” (del libro de Job 42, 7-17).
“... es mejor andar por el camino, aunque sea cojeando, que caminar rápidamente fuera de camino. Porque el que va cojeando por el camino, aunque adelante poco, se va acercando al término; pero el que anda fuera del camino, cuanto más corre, tanto más se va alejando del término...” (del comentario de santo Tomás de Aquino, presbítero, sobre el evangelio de san Juan).
... es decir: consumir productos propios. Y es que otra cosa no producimos. ¡Ya produjéramos trabajo volviendo al campo!, que nos daría productos de la tierra y de los ganados, pero mientras eso no se haga, vamos a padecer las consecuencias de alimentarnos con productos venidos de ¡Dios sabe de dónde y cómo!
Porque a ver: ¿qué puedo comprar y comer de la tierra propia? Como no sean las tabaibas y la pinocha, con algo de retamas y cardones, ¿qué puedo echarme a la boca de aquí? Incluso del tan propio gofio, si es elaborado con millo francés, alemán o argentino, ¿es acaso producto de la tierra? Que pajaritos aparte, ¡pájaros ellos!, los que nos engañan con un falso logotipo, pues si la materia es de fuera, el producto, por más que lo elaboren dentro no es de esta tierra. Y puesto que la materia es la que genera empleo, trabajarán los de fuera, que aquí, lo harán dos o tres máquinas, que aumentarán el paro y la crisis, el hambre y la delincuencia. Y es que nos engañan como a niños, que drogados con el fútbol no vemos sino balones por todos lados; y ésta, es la única industria creciente y que da “trabajo” a una masa, que no sabe existe el campo salvo los de deporte, pero que no practican sino que contemplan idiotizados a los que lo hacen. Nada se planta, menos cosechamos. Y toda publicidad acerca de nuestros productos es fraudulenta, mentirosa y cretina. Nada tenemos, nada podemos comprar o vender nuestro: solo tabaibas y su leche envenenada. Porque si la papaya viene de Cuba -es un decir- la manufacturación de esa papaya, por más que se hiciera aquí, es un producto cubano, ¿o es que se ha llegado a tal grado de imbecilimiento que no se comprende algo tan sencillo y elemental? Actualmente y como está la cosa, nada se puede comprar que sea de la tierra, propio o de aquí (salvo todo mentiras al respecto). Solo tenemos industrias fantasmas, y solo tendríamos industria tabaibera cuando se ordeñen la leche a las tabaibas. Nada se puede comprar de aquí, porque de aquí no producimos nada (salvo tabaibas y retamas, también algo de pinocha). Que tratándose del logo de los pajaritos, ¡ni eso! Ya no hay ni pájaros a no ser los humanos que son como ellos. Y ni con humor, nos tragamos estas mentiras. Es decir sin materia prima, nada se puede elaborar, y menos ofrecer algún producto de aquí, sino de fuera y tal vez algo hecho aquí, pero casi nada. Y si algo se consiguiera con un 1 % de aquí, ¿de dónde el 99 %?, ¿de aquí también? ¡Nos engañan y toman el pelo! Si no comiéramos lo chino y del mundo, nos moriríamos de hambre. Ni siquiera entre islas consumimos lo de las otras. Ya, lo poco -si se produce algo aquí- es de manos extranjeras, ¡hasta eso! Perdón, que podemos consumir alguna chocolatina, ¿de qué?; ¡ahh..., amigo!
El Padre Báez.
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Sobre mi viaje a Holanda, simplemente, uno (breve) entre tantos similares. A todos: ¡muchas gracias (¡ya comentaré sobre ello!):
“¡Me alegra muchísimo saber que lo pasó tan bien!”

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