El negocio de correr entre
tabaibas...
“... goce la tierra... vitoreen los campos... a regir la
tierra...”
(del salmo 95)./ “...
haz... aquí, en tu tierra...”
(de Jesucristo en el Evangelio de san Lucas 4, 16-30)./ “...
que no viva desolado aquí en la tierra...”
(del libro de la Imitación de Cristo, libro 3, cap.
3).
... ¡mira por dónde, comienza a haber una
“justificación”, en proteger a las tabaibas! Pues, le van a sacar “leche”.
Veamos, pues:
Que saliendo de cualquier lugar, el pueblo es lo de menos, y menos
cuando ya se han apuntado a esta modalidad, o nuevo negocio, casi todos los
municipios o ajuntas y mientos, que te organizan una carrera, con la hora
preceptiva de salida; con el itinerario preceptivo, y nada importa en estos
casos -que sea por lugares declarados parajes naturales de interés nacional y
reclasificados como monumentos naturales, que si es a un pobre pastor o
agricultor, lo desgracian, pero para correr, por más que levanten más polvo y
piedras que el ganado-, los participantes podrán disfrutar de las vistas
panorámicas y otras, sin ver una cabra u oveja por el recorrido, porque a ellos
sí, a los pastores y otros, no; y, en ello, como cepo: novedades y chorradas a
fin, con tal de atraer al tropel o masa corredora, que como van como almas en
pena (o que lleva el diablo), no hacen daño al ecosistema
(disculpen el pareado), y lo que no falta en ninguna de estas salutíferas
actividades en el terreno (antes cultivable y de pastoreo), es la cuantía del
pateo, que como es lógico, les deja más pasta que la leche o el trigo,
¡no te digo!, ¡y quede escrito otro pareado!, que la cosa, solo por pisar
tierra de campo o antes de cultivo y pastoreo es del orden de los 30,00 €. en un
más o menos, la sola inscripción, aparte uniforme deportivo y otros
complementos, ¡menudo negocio! Es posible el precio sirva para una mísera
consumición de algo a medias, para que la completes con los añadidos
preceptivos, después de tanto jadeo y sudor. Total, ¡que se forran! Y a todo
esto, lo llaman prueba; prueba de resistencia, de aguante, de superación, de...
¡no se me ocurre más!, pero queda bonito, lo de “prueba”, ¡digo! Por supuesto,
que lo que más claro queda es el lugar a donde hay que ir a inscribirse y pagar
(¡por salir al campo!), y te dan la dirección donde depositar las perras, o/y el
número de la cuenta para que te ahorres el ir al lugar (y así estés en forma)
cuando la prueba y no cansado de ir adonde inscribirte, pues que lo puedes
ingresar en el banco o caja que ya ni sé, pero en todo caso: una transferencia
bancaria, que puede ser algo así: FT63 2576 1211 0320 1137 0799, sin olvidar
-como es reglamentario- el nombre y el documento nacional de la identidad -con
su letra correspondiente (todo muy legal y controlado)- del pateador de campo o
corredor de entre fincas y caminos abiertos para tal fin, y que no sé por qué
coño, lo llaman “trail”. Pero casos hay, en los que el daño al ecosistema es
doble al ofrecer la posibilidad de una carrera previa, para que conozcan el
recorrido y no se pierda después en la de verdad, por más que vayan dejando a la
vera y por detrás, lo que les vaya sobrando, pues en estos casos los del miedo y
el sepro (entiéndase el cabildo), se quedan de brazos cruzados, y viendo como si
no vieran, pero como lo intente o lo haga usted, pobre agricultor o ganadero,
¡se iba a enterar, por la muela que le sacan! Pues todo eso, tiene el recorrido
-los corredores- avituallamiento, y al terminar la competición -así la llaman-
le entregan un trofeíto de fantasía, para que se lo crea y todo, que es campeón
de algo..., y no sigo, porque me duele la cabeza, solo de
pensarlo:
El Padre Báez.
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136. Por otra parte, es
preocupante que cuando algunos movimientos ecologistas defienden la integridad
del ambiente, y con razón reclaman ciertos límites a la investigación
científica, a veces no aplican estos mismos principios a la vida humana. Se
suele justificar que se traspasen todos los límites cuando se experimenta con
embriones humanos vivos. Se olvida que el valor inalienable de un ser humano va
más allá del grado de su desarrollo. De ese modo, cuando la técnica desconoce los grandes
principios éticos, termina considerando legítima cualquier práctica. Como
vimos en este capítulo, la técnica separada de la ética difícilmente será capaz
de autolimitar su poder.
CAPÍTULO
CUARTO
UNA ECOLOGÍA INTEGRAL
137. Dado que todo está
íntimamente relacionado, y que los problemas actuales requieren una mirada que
tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial, propongo que nos
detengamos ahora a pensar en los distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore
claramente las dimensiones humanas y sociales. (de LAUDATO SI, la encíclica del papa
Francisco).
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