Sinopsis tabaibera...
“... ¡quién pudiera comer...! ¡Como nos acordamos del
pescado... de los pepinos y melones, y puerros y cebollas y ajos... ¿de dónde
sacaré pan?...”
(del libro de los Números 11, 4b-15)./ “... obstinado, para que anduviésemos según
sus antojos...” (del salmo 80)./ “... dadles vosotros de comer...”
(Jesucristo, en el Evangelio de san Mateo 14, 13-21)./ “... trabajad... por el alimento...”
(Jesucristo, en el Evangelio de san Juan 6, 24-35)./ “... beben vino de multas...” (del
profeta Amós, 2,
4-16).
... o breve resumen de la situación agrícola y ganadera
en El Tabaibal:
-
Nada
producimos (solo basuras).
-
Nada
comemos de la propia tierra
(salvo fútbol).
-
Todo
viene de fuera
(importamos todo).
-
No hay
agricultura
(solo tabaibas).
-
Dependemos totalmente del
exterior (si no viniera la comida toda de fuera, moriríamos de
hambre).
-
Tierras
abandonadas
(te
obligan a ello, con multas y sanciones).
-
Dificultades al que quiera volver a la tierra y
ganado (para todo: permisos que nunca llegan y llegan negándolo
todo).
-
Todo
protegido y vigilado
(miedo
ambiente-seprona=cabildo).
-
Todo
abandonado (por el miedo al miedo ambiente y los suyos: cabildo y
seprona).
-
La isla
está asilvestrada
(malezas y basuras).
-
No se
recupera nada, y todo a peor
(no
te dejan tocar nada).
-
Tenemos
tierra y tenemos agua
(de
sobra y de la mejor calidad del mundo).
-
La
agricultura queda en el recuerdo
(algo del pasado).
-
Nada se
planta (todo está lleno de tabaibas y no se las pueden ni
tocar).
-
Desaparece una actividad de siempre y en todas
partes (el sector primario).
-
Queda una
agricultura residual
(de
forma y manera testimonial y en manos de ancianos).
-
No se
estimula la agricultura y ganadería
(y
no faltan jóvenes que quisieran emprender cultivo y
ganadería).
-
...
El Padre Báez.
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80. No obstante, Dios, que quiere actuar con nosotros y
contar con nuestra cooperación, también es capaz de sacar algún bien de los
males que nosotros realizamos, porque «el Espíritu Santo posee una inventiva
infinita, propia de la mente divina, que provee a desatar los nudos de los
sucesos humanos, incluso los más complejos e impenetrables»[48]. Él, de
algún modo, quiso limitarse a sí mismo al crear un mundo necesitado de
desarrollo, donde muchas cosas que nosotros consideramos males, peligros o
fuentes de sufrimiento, en realidad son parte de los dolores de parto que nos
estimulan a colaborar con el Creador[49]. Él está presente en lo más íntimo de cada
cosa sin condicionar la autonomía de su criatura, y esto también da lugar a
la legítima autonomía de las realidades terrenas[50]. Esa presencia divina, que asegura la permanencia y el
desarrollo de cada ser, «es la continuación de la acción
creadora»[51]. El Espíritu
de Dios llenó el universo con virtualidades que permiten que del seno mismo de
las cosas pueda brotar siempre algo nuevo: «La naturaleza no es otra cosa sino
la razón de cierto arte, concretamente el arte divino, inscrito en las cosas,
por el cual las cosas mismas se mueven hacia un fin determinado. Como si el
maestro constructor de barcos pudiera otorgar a la madera que pudiera moverse a
sí misma para tomar la forma del barco»[52].
81. El ser humano, si bien
supone también procesos evolutivos, implica una novedad no explicable plenamente
por la evolución de otros sistemas abiertos. Cada uno de nosotros tiene en sí
una identidad personal, capaz de entrar en diálogo con los demás y con el mismo
Dios. La capacidad de reflexión, la argumentación, la creatividad, la
interpretación, la elaboración artística y otras capacidades inéditas muestran
una singularidad que trasciende el ámbito físico y biológico. La novedad
cualitativa que implica el surgimiento de un ser personal dentro del universo
material supone una acción directa de Dios, un llamado peculiar a la vida y a la
relación de un Tú a otro tú. A partir de
los relatos bíblicos, consideramos al ser humano como sujeto, que nunca puede
ser reducido a la categoría de objeto. (Francisco, en su encíclica Laudato
si).
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