Todo fútbol en el Tabaibal, en Inglaterra aperos de
labranza...
“... se sentó bajo la encina... mientras... estaba
trillando trigo...”
(del libro de los Jueces 6, 11-24a)./ “...
el Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su
fruto...”
(del salmo 84)./ “...
nos señalaste un trozo de la viña y nos dijiste: venid y
trabajad...”
(del himno de la Hora intermedia del martes IV)./ “...
quedará abandonada la tierra...”
(del profeta Isaías 7, 1-17).“...
como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador y pan al que come...”
(del profeta Isaías 55,
10-11).
... ¡y eso que ellos -los ingleses- son los padres del
fútbol; pues a ver si le imitamos en la deriva por la que también ellos han
optado ahora y lo priman: volver al campo, a la pequeña huerta familiar, a la
producción personal, como se puede comprobar leyendo la revista que les comento:
“Country Smallholding”, de March
2015: casas de campo, huertos, casetas para animales y para otros usos,
remolques, trampas para roedores, aperos de labranza, complementos para
tractores, pequeños tractores, libros sobre la temática campestre (agricultura y
ganadería), tubos que suplen macetas y que quedan ya en la tierra con material
que se desintegra en la misma, etc., todo un lenguaje desaparecido entre
nosotros, y resucitados en la Gran Bretaña.
Y de nuevo un listado de expertos
sobre la biosecurity de los animales,
con sus recomendaciones e indicaciones al respecto; y todo ello con las
pertinentes fotos, como la de la complaciente mamá cerda que se deja mamar de su
s cerditos, y que parece más cuento que realidad, pero al lado “carryingout husbandry tasks
(vacunación)”. Y, como toda revista la publicidad constante que suelen sustentar
las publicaciones, y que en este caso, casi es indispensable pues sin salirse
del tema, muestran distintos productos, máquinas, tractores, etc., como el mejor
complemento al venir a cuento. Y llegamos a la que parece la reina gallina o
tema central, que altanera nos mira, y sendos comentarios, y que ocupan 44
páginas a añadir a las 68 que pasan a las 112 mensuales sobre el tema que nos
ocupa, de la revista en sí, que pasan así a lo que pudiera ser otra revista
dentro de la revista o gran separata con inclusión del tema, aparte la
publicidad más diversa, y que viene presidida del título en rojo y letra grande
de “POULTRY”. (Aquí ya de gallinas, nada, que los huevos y los pollos nos los
traen de fuera aunque sean gallinas viejas y estresadas, que nos enferman y
matan, dicho sea de paso y como contraste). Y, tratándose de gallinas,
entiéndase de gallos, pollos, y por supuesto el clásico, y propio, y elegante, y
altanero gallo inglés, tan distinto y original -aquí utilizados en otros tiempos
como gallos de pelea, pero que ya, ¡ni eso (prohibido)!- Y ellas (las gallinas)
en el picoteo y escarbeo de la tierra, donde su mejor alimentación, y dada la
amplitud del tema gallináceo, lo dejo para el siguiente comentario y a la par
que nos quedamos con el “¡pío pío!”
del futbol, los ingleses siguen con ese mismo sonido, pero en el gallinero.
¡Menuda diferencia!: nosotros por goles, y ellos (los ingleses) -como nosotros
en otros tiempos- por los huevos [¡de las gallinas!]...
El Padre Báez.
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110. La especialización propia de la tecnología implica
una gran dificultad para mirar el conjunto. La fragmentación de los saberes
cumple su función a la hora de lograr aplicaciones concretas, pero suele llevar
a perder el sentido de la totalidad, de las relaciones que existen entre las
cosas, del horizonte amplio, que se vuelve irrelevante. Esto mismo impide
encontrar caminos adecuados para resolver los problemas más complejos del mundo
actual, sobre todo del ambiente y de los pobres, que no se pueden abordar desde
una sola mirada o desde un solo tipo de intereses. Una ciencia que pretenda
ofrecer soluciones a los grandes asuntos, necesariamente debería sumar todo lo
que ha generado el conocimiento en las demás áreas del saber, incluyendo la
filosofía y la ética social. Pero este es un hábito difícil de desarrollar hoy.
Por eso tampoco pueden reconocerse verdaderos horizontes éticos de referencia.
La vida pasa a ser un abandonarse a las circunstancias condicionadas por la
técnica, entendida como el principal recurso para interpretar la existencia. En la realidad concreta que nos interpela,
aparecen diversos síntomas que muestran el error, como la degradación del
ambiente, la angustia, la pérdida del sentido de la vida y de la convivencia.
Así se muestra una vez más que «la realidad es superior a la
idea»[91].
111. La cultura ecológica no se puede reducir a
una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo
en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales
y a la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una
política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que
conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático. De otro
modo, aun las mejores iniciativas ecologistas pueden terminar encerradas en la
misma lógica globalizada. Buscar sólo un remedio técnico a cada problema
ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas y
esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema
mundial. (de Laudato sí, la encíclica de
Francisco).
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