jueves, 2 de octubre de 2014

mentiras

Tabaibas por papas…
 
“… echa mano al arado…” (Jesucristo Lc 9, 57-62).
 
“… el que sembró…” (de la segunda antífona de Laudes del común de vírgenes).
 
“… un hombre trabaja…” (del himno de la hora intermedia del miércoles II).
 
“… grande fue la siembra en vuestra huerta…” (del himno de II Vísperas del común de vírgenes).
 
“… que comáis el pan de vuestros sudores…” (del salmo 126).
 
… acebuches por olivos. Es, que son (somos) la repera. Lo contrario de lo que habría que plantar. Al revés de todo el mundo. Se planta para comer; aquí, no. Aquí nos plantan para matarnos. Que vaya usted, a un acebuche, creyendo es un olivo, ¡y no encuentre nada, es de tolete p´arriba un cacho, por no decir algo más fuerte, mal sonante o peor. Y, en cuanto a su número, digamos, que por cada un olivo, hay noventa y nueve acebuches. Y antes, se justificaba se plantara alguno, por aquello de sacar de uno ellos un timón para un arado, o un palo para un mazo, pero es que ahora, ni agricultura, ni picapedrero. ¿Por qué y para qué tantos acebuches -como las tabaibas-? ¡Y ojo!, como usted coja un gajo o una rama, ¡ya la cagó!, porque el seprona y el miedo ambiente, no te perdona el insulto u ofensa al árbol (no del paraíso), con la descomunal, desproporcionadísima y abusiva multa. Y así sucedió, que un muy buen artesano, fue requerido, para que recompusiera un viejo arado, para lo cual, necesitaba un palo largo y derecho de acebuche; acebuche que encontró en el Barranco del  Cernícalo, y de noche, fue y se hizo con lo necesario, y a pesar de que disimuló el corte como pudo y se trajo las ramas para no dejar huellas, anda el hombre asombrado, con el susto en el cuerpo y de tal manera, que ni dormía, pensando lo podrían descubrir, muerto de miedo hasta que lo tranquilicé lo que pude, pero así y todo seguía con miedo y nervioso sin poder pensar en otra cosa, y muerto de miedo me pedía y decía por amor de Dios, Padre, que naide se entere, porque si no me desgracian, a lo que le dije: ¡ni loco cristiano digo yo na! Y si lo cuento ahora, es porque ha pasado algo de tiempo y por aquello del refrán: se habla de la doncella, sin decir quién es ella. Pues eso, que en lugar de papas, nos plantan tabaibas; y, en lugar de olivos, nos plantan acebuches. Y resulta -¡así vea los ojos de Dios!-, que a un mi feligrés, de La Breña, le dio por plantar un olivo, para lo cual al hacer el hoyo, sin querer dañó a tres cerrillos, y ¡le jincaron 699, 05 € de multa, porque no pidió permiso para arrancar los tres cerrillos -cosa que no hizo sino parcialmente-. El cerrillo, es hierba mala y a duras penas no teniendo otra cosa, las cabras se lo come (es, de la familia de las rabos de gatos), hierba dura y mala. Pues, 699,05 € por dañar a tres cerrillos y plantar un olivo. Éstas tenemos o éstas nos dan. Y, lo contado conste, no es sino un par de botones de muestras, que si les cuento las mayores… (¡otro día!).
 
El Padre Báez.
 
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Los hay que no dan la cara; tampoco sus nombres. ¿Por qué será?, ¿mienten tal vez? Lean y verán la economía y riqueza que supone las tabaibas y los tabaibales, para Tabaibalandia y los tabaibos:
 
Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "incompatible":
La tabaiba tiene algunos usos:

"Estamos ante una de las plantas canarias de mayor uso etnobotánico y con más propiedades medicinales conocidas. Por un lado, su látex balsámico posee numerosos componentes químicos útiles en fitoterapia, como los triterpenos cicloartenol y lanosterol. Por otro lado, su madera ha sido empleada para fabricar utensilios y hacer fuego. Incluso, se ha consignado el posible uso de los frutos como adornos personales.

Las propiedades más conocidas de la leche de tabaiba son las de fortalecedora de las encías, emoliente y salivatoria. Para este fin, se deja secar la leche al sol, formándose una pasta de consistencia chiclosa que se mastica. En épocas recientes, se ha llegado a añadir azúcar al chicle de tabaiba para mejorar su sabor; incluso, en algunos casos, desconociéndose sus virtudes curativas, se ha mantenido esta antigua costumbre que ya fue documentada por Viera y Clavijo [(1866-69) 1982: 404]:

Esta leche, de que abundan todas las partes de este arbusto, es un goma resina, que se coagula prontamente al sol; y como entonces pierde la corta acrimonia que puede tener en su estado de líquida, la suelen mascar con gusto nuestros paisanos para desalivar y fortalecer la dentadura.

Jaén Otero recogió su uso como dermático para sanar verrugas y callos al ser aplicada directamente sobre la piel. También está documentado su empleo para la cura de nacidos y de heridas o grietas de la piel. Además, diluyendo el látex en aceite se forma una cataplasma que se aplica sobre el pecho para tratar los catarros.

La leche de tabaiba dulce es, por otro lado, un antídoto para los efectos del látex cáustico del cardón y la tabaiba amarga.

Bethencourt Afonso [(1911) 1994: 470] describe cómo se sacaban tiras de corteza de esta tabaiba para fabricar «tomisas», una especie de cuerda que se utilizaba en la fabricación de techos de las casas antiguas.

Además, su madera corchosa se apreció muchísimo para fabricar los tapones de las barricas de vino, mientras que su látex servía para sellar las grietas que pudieran tener los toneles. Esta función como “pegamento” se administró en los usos más diversos: la fabricación de trampas para pájaros o, mezclándola con sangre de drago, para sellar cartas."
 
¡… y se lo ha creído matarile rile rile, y se lo ha creído matarile rile ron, pim pom!

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