martes, 5 de julio de 2011

A MENOS CUERVOS...

  
 
    Hubo un tiempo, en el que el brillo negro del color obsidiana, con el negro de sus picos, no solo alegraba la vista, sino que con sus graznidos, eran el complemento ideal de una tarde de contemplación, en esas cumbres, donde eran cuales águilas reales los dueños de los aires (nadie crea me he vuelto poeta); eran una maravilla, y unos depredadores y controladores de la vida animal de tamaño menor en la isla inmejorables; pero les dieron por el veneno, porque iban los lunes a romper las bolsas de los domingueros, y quien yo me se, se los fue cargando poco a poco, y tanto, que atraviesa usted la isla al presente, de punta a rabo, y ya no ve ni uno, aunque según parece en cautividad, y ello hasta que el seprona se entere anda alguno, pero sin pareja. No creo, que cruzando los cielos, haya alguno. Y es el caso, que en lugar de recuperarlos, por el bien que supone en el control de lo que es un ciclo elemental y natural, en lugar de unos pájaros azules que no existen -y que pastor alguno jamás hayan visto ninguno- digo, que si en lugar de esos inexistentes pájaros azules, se dedicaran en la granja universitaria o veterinaria de La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (¡casi no acabo con el nombre!), que se dediquen a los cuervos, por el bien que se nos sigue o seguiría o seguirá, y que no es otro, sino la desaparición de culebras (se comerían a las más chicas), disminuiría la plaga de lagartos que invade sin control la isla, y que se lo come todo-todo, y más; nada digamos de las ratas que son exquisiteces para los ennegrecidos cuervos, que son las que junto a los lagartos se están haciendo dueñas de la isla. Total, que ya es hora, una verdadera política medioambiental, ponga coto a lagartos, ratas, culebras y demás bichos negativos, y fomente la puesta y la cría del negro cuervo, o de los cuervos, sin más, porque no los hay que no sean de ese color, y por tanto lo llevan explícito...
    Pero claro, ese cazador frustrado, que no puede ya coger un conejo por lo impenetrable e intrincado, por lo breñero y magullero del terreno, por donde ya no se puede coger una castaña del castañero, ni una nuez del nogal por mor de la protección de toda yerba y arbustos malos: pitas, tuneras, tabaibas, retamas, cañas, escobones, etc., etc., que te impide llegar al árbol frutal, que da frutas para ratas y otros roedores, sin cuervo que se los coman, y volviendo al cazador, que salvo coja un conejo ciego, y que por el asco que da al verle los ojos reventones, lo tira, al tiempo que frustrado, tira a cualquier cosa que vuele, y toda vez que detrás de él, no va nadie del seprona, y no es tan tonto que lo haga delante de testigos, nos estamos quedando sin milanos, sin cuervos, sin cernícalos, sin aguilillas, sin mirlos, sin..., lo único que tenemos y no es nuestro son las tórtolas saharianas, que por una que se mata aparecen diez, con lo cual es mejor dejarlas, pero no deja de ser otra invasión, por los aires. Porque esta es otra: tenemos más escopetas que en las guerras en las que estamos aliados con los EE.UU., con nuestros soldados carne de cañón, por ahí afuera, y si se cuentan los perros, aunque todos no los pueden llevar, en las casas se quedan la mitad, y claro, si por cada cien perros hubiera un solo cuervo, tendríamos el cielo ennegrecido, y los escucharíamos graznar, y los veríamos volar, que es todo una delicia, y muda se queda la isla sin ellos, y se llena de bichos, que ya es hasta una inseguridad hacer noche o andar por ahí, donde da ya miedo hasta andar y nada digo pernoctar.
    Nada, que ojalá vuelvan los cuervos; se olviden de los pájaros azules -que es mentira existan-, y así se controlará la inmensa e incontable invasión lagarteril o lagartera, junto con la que le sigue de cerca: ratas, culebras, conejos, etc.. Son depredadores naturales, y nos limpiarán de alimañas, y volveremos a ser aquel paraíso perdido, donde el brillo del plumaje negro de los cuervos, parecían diamantes o terciopelos.
    El Padre Báez, que añora aquellos graznidos y la belleza de los cuervos, que se enseñoreaban en las cumbres, y ahora ya no se ninguno, y cree un servidor, que hay que reintroducirlos, y que en lugar de pájaros azules, se ocupen de los cuervos que son más beneficiosos, y estos sí que existieron, y son de aquí.

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