martes, 5 de julio de 2011

(297) CAMPAMENTOS ARQUEOLÓGICOS

 
 
    Como dije no hace mucho días -cuando lo del Bentayga- que no se asomo uno a esta ventana, que es Internet, para hablar de las propias correrías; en esta ocasión, pudieran ser sobre los campamentos que por casi cuarenta años organicé y dirigí con miles de jóvenes a los que inicié en la arqueología; y no porque en ellos,  uno se dedicara a excavar, ¡ni mucho menos!, que lo primero que se les decía era ver y no tocar, y casi ni pisar; pero sí se les llevó a ver los distintos yacimientos que nos encontrábamos o se nos ponían en el camino. 
 
    Unas veces eran los restos humanos en cuevas; otras las cerámicas, las casas, las cuevas, los tagoros, las minas, los grabados, etc. Y vienen estos recuerdo ahora, porque alguien debiera tomar ese relevo, y seguir con esa tarea de todo el mes de agosto, por lo más agreste de nuestra isla (el noroeste), para asar un mes entre barrancos, cerca del agua del mar, y así explorar, y tener unas vacaciones distintas.
 
    Bien pudieran ser medio centenar (o el centenar) de chic@s, que mayores de 18 años, busquen nuestras raíces, y tengan acceso -con los monitores pertinentes- a esos lugares que desconocidos, nos aguardan como sorpresas y como lecciones nunca abiertas. Pudieran participar jóvenes de todas las islas nuestras, y alguien de fuera, que ponga así una nota distinta y sea más enriquecedor (así lo hacíamos, como cuanto sugerimos). No falten los universitarios, sin excluir a los no versados.   
 
    Simplemente, serían campamentos arqueológicos, y solo visitar y conocer nuestra patrimonio más escondido y oculto: ¡cuántos hallazgos!, pues se trata de: explorar, visitar, conocer, patear, etc. ¡Cuánto por descubrir, y ese cuaderno de rutas y notas, de hallazgos y visitas! ¡Cuántas fotografías inéditas, y por dar a conocer!, ¡Cuántas alegrías y esperanzas, también desengaños y el no encontrar nada!, pero al día siguiente, con mas empeño: aquí un hacha, allá un trozo de cerámica, aquella cueva mortuoria, aquella otra tapiada, y aquella inaccesible, y esta casa cruciforme, y..., ¡tanto y tanto, diseminado, sin catalogar, sin declarar, sin...!
 
    Parece se mimetizaban con los guanches, viviendo como ellos, en su entorno, buscando sus huellas, hablado sobre ellos y de ellos, leyendo algún libro, con comentario (por ejemplo “Alma Guanche”, y otros...). Era, como vivir antes del siglo XV. Buscando los caminos de los guanches -¡y encontrándolos!-; hallando yacimientos varios y distintos, con nuevos retos para el día siguiente, vestigios (conchas, obsidiana, huesos, etc.): ¡todo dejado donde estaba...!
 
    Al año siguiente, otra remesa y la repetición de unos pocos que hacían de guías y monitores, por experiencia; y seguir en el mismo trabajo-divertimento, documentación, restos, estudios, etc.
 
    El Padre Báez, que hoy, se ha estado nostálgico, por un ayer lleno de arqueología, que hace cuatro años han prohíben, por no se qué leyes medioambientales en el lugar, y luego los amiguetes, sí que acampan..., pero esto es ya, harina de otro costal. Un nuevo gobierno, debiera abrir puertas a esta actividad, en la que colaboraba la Marina, Comercios, Cruz Roja, etc., ¡y todo, para hacer un viaje al pasado, entrando más en nosotros mismos, en nuestra identidad...!
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario