domingo, 3 de julio de 2011

FUERZA DE LOS GUANCHES

LA  
     La fuerza de los guanches, los hacían ser auténticos atletas; de ahí, que no tenían contrincantes o rivales. Pues, ¿cómo derribar a un guanche?, ¡tarea imposible! A no ser por traición y desiguales armas. Los brazos de los guanches, más parecían de hierro; y en la puntería, ¿quién les ganaba?
 
    Repiten casi inconscientes y hasta la saciedad, y tal vez sin darse cuenta de ello, el comentario en la lucha canaria actual, lo de la nobleza; que es, algo más que ese gesto de dar la mano y levantar al caído; digo, es mucho más que eso. Pero queda esa reminiscencia. Que no soporta el guanche, la humillación ajena, y por ello: ¡lo alza o levanta, y ello, más allá del terrero! Que un guanche, considera siempre mayor al otro, y no a sí mismo...
 
    Digamos verdades, aún no dichas: que el castellano, siempre tuvo miedo a los guanches, y ello de forma infantil, dada la superioridad y grandeza de los guanches, en fuerza, astucia, inteligencia, puntería..., si bien les “perdía” tanta nobleza y virtudes (las que los castellanos no tenían, ni tuvieron). Se piense, que en la defensa de estas islas los guanches resistieron casi un siglo (epopeya igual, no hay en ninguna otra historia, sino en la nuestra, que sí es Historia).
 
    Historias hay para contar, que parecen mentiras: guanches espías, que engañaban así a los que les pedían el bautismo, para infiltrarse entre ellos y luego escapar..., ¡cómo no se atrevían a perseguirlos por miedo a las clásicas emboscadas, famosas de los guanches, en diversos y distintos lugares y época!
 
    Que el guanche atacaba, ya hubieran guardias y centinelas; en el sigilo de la noche, nadie les ganaban, amigos de saltar murallas, y matar caballos y caballeros..., que en los riscos, con palos y piedras, eran imbatidos, aún guardando a mujeres y niños, matando a los que se les acercaban...
 
    Al margen de las crónicas, todavía se puede oír o escuchar de los ancianos, lo que de padres a hijos, se ha venido pasando, una tradición, que cuenta más verdades que los libros. Por eso, no se desprecie lo que los mayores nos digan, porque es costumbre y memoria, mantener viva y cual si se fuera testigo ocular, lo que te diga -por ejemplo- un pastor (parece como si él mismo hubiera sido testigo)...
 
    El Padre Báez, que de forma sencilla, cuenta lo que todo el mundo debiera saber de los guanches, que ya habrá tiempo de profundizar, y en ello si Acorán (Dios) nos da vida, no va a faltar.
   

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