miércoles, 1 de diciembre de 2010

UNA CASA GUANCHE CUALQUIERA:


Después de dejar el coche en la orilla de la carretera, subimos barranco arriba, para luego, echarnos fuera de él, por una ladera, hasta llanear; bajando hasta un lugar escondido, fuera de la vista y llegar a la casa, que se conserva en un muy buen estado, a pesar de haberla abandonado sus moradores, hace seis siglos. ¿Desde cuándo está hecha? ¡Eso si que no lo sabemos!
El desnivel, fue allanado -por los guanches- que hicieron una base plana; levantando por delante con piedras y relleno, y por detrás, bajando hasta nivelar en la tosca. Hay un pasillo que pasa por delante de la casa, de casi un metro de ancho, que hace de camino-patio, y mirando hacia el oeste, la puerta de la casa, a la que se entra por un pasillo de 1,80 de profundidad y de 1,20 de ancho. Según se entra en el cuerpo de la casa, se descubre su base cruciforme, que parte a ambos lados del final del pasillo, con 1,20 a la derecha e igual medida hacia la izquierda. Se encajona hacia el fondo, con la misma medida de 1,20, para abrir a ambos lados sendos cuerpos simétricos, esta vez con 2,20 en cada cara (3), que cierra ambos brazos de la cruz; que saliendo de estos cuerpos laterales, se sigue hacia el fondo con 1,30 de profundidad, y 3,60 de fondo (igual que el espacio de la entrada).
Toda la casa, se encuentra con un círculo externo, un tanto ovalado, según medición y estructura, con el relleno de mampostería (tierra y pequeñas piedras), que va desde el 1,00 de ancho según pase cerca los laterales o los más de 2,00 metros, según sea la estructura hacia el interior, iniciándose según la entrada por el pasillo de un lado, y terminando en el otro lado del mismo. Si algo sorprende a simple vista es el nivel o plomada de las paredes; también las esquinas -tanto las internas, como las que sobresalen- de una ejecución tal que raya el perfeccionismo más alto.

También sorprende la trabazón alterna de las piedras en las esquinas, así como sus caras lisas frontales (algunas de considerable tamaño), y no del lugar (por tanto traídas de otros sitios). Todo lo cual nos hace descubrir la gran organización y distribución de menesteres u oficios, así como el trabajo de un gran equipo, donde se nota distintas profesiones, o especializaciones.
Por supuesto, que el abandono y la falta de restauración y limpieza, el tiempo y los agentes, ponen algunas notas de mal gusto: en la entrada al pasillo y patio, hay un enorme espino, que dificulta el paso y la contemplación o visión del conjunto; en el interior o centro de la casa, crece una tabaiba, enseñoreándose cual dueña de ese hogar; toda vez que el empuje de aguas, correntías y el tiempo, han hecho que trozos y partes de la casa, falten, no obstante se mantiene en pie, por lo general y de forma media  1,50 de altura, si bien el brazo izquierdo de la cruz, o habitación de ese lado, es el más dañado, por el grosor de la raíz de un enorme cardón cercano, que se ha introducido en la casa rompiendo a su paso, las paredes, que además por la acción del agua y su empuje, ha echado al suelo parte de ese lado.
         También está muy dañado el fondo, al tener que soportar el empuje de lo ya citado, pero conserva las esquinas internas y parte del mismo, si bien rozando ya la tosca.
Se trata de una gran casa. En su interior algunas estampas y caramelos (¿…?). Fuera de ella, a la sombra del gigantesco cardón, nos comimos un bocadillo y bebimos agua fresca; y bajamos, contentos, por haber descubierto, tanta perfección y belleza, después de deparar larga conversación y reflexión sobre temas afines. Allí dejamos nuestra raíz, y revivimos tiempos pasados, por el entorno.
Este es, un pequeño ejemplo, de nuestro real patrimonio; una verdadera maravilla y auténtico tesoro, que nada tiene que envidiar a otras culturas y arquitecturas, pues no en vano, es contemporánea y como tales, obras clásicas, que esperan el reconocimiento de su valía, por parte de los de la cultura. Un patrimonio universal, todavía guardado y por tanto desconocido y por descubrir.
Conste, que no es ni la pieza mejor, ni la más representativa, sino una más, de las muchas que se encuentran, por nuestro territorio insular, perdida por entre  riscos, laderas, montañas (y dijeron, los guanches vivían en cuevas naturales, cuales alimañas).
El Padre Báez, y unos amigos, que fueron de paseo y visita.

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