sábado, 18 de diciembre de 2010

REFLEXIÓN DE UN SABIO

 
    Mi sabio, no es doctor en nada, ni filósofo ni -como un servidor- Licenciado; que mi sabio, es un hombre "inculto" -según los políticos, los técnicos, los asesores y demás yerbas y sarandajos; mi sabio, es un agricultor, un hombre del campo -como cantara Manolo Escobar-; mi sabio -vamos a mantenerlo en el anonimato y en el secreto, no sea tomen represalias contra él- sería la solución de tantos problemas; si los otros "sabiondos" les hicieran caso -solo aunque fuera  la mitad, de lo que dicen los verdaderos sabios (los hombres cultos de la agricultura), la isla sería un auténtico vergel, un paraíso, una despensa de espakistania (antes España), y sobraría -como en otros tiempos- para Europa y América.
 
    Pasa, que los sabiondos, la han llenado de parques y jardines, rotondas y orillas de las carreteras, embelleciendo y reforestando (¡viviendo del cuento!, que parecen macacos, siempre en árboles, que no dan nada). Estas calamidades tan estudiadas, lo están llenando todo de césped, de flores de pascua, de... ¡vergüenza! Que tengan patrullas de trabajadores, en números de varios centenares, haciendo lo que les mandan estos impresentables, que solo les mandan a plantar arbustos peligrosísimos, como la tabaiba (que te rozas por ella y te deja ciego), el cardón, y otras especies venenosas, raras y extrañas. Es el caso, de los "superiores" que mandan; y esa masa de gente del campo, obedeciendo, sin más, sin producir nada, y gastando en aguas, turba, mangueras, cubas, azadas, cigarros, móviles, idas y venidas, etc., etc., el tiempo y el dinero. Pero el colmo es, que ahora ya los hay que ni cobran, ni les pagan...
 
    Me dice mi sabio amigo agricultor, que, no ciento seis (106) sino solo con seis (6); que le dejen seis (6 ¡como en los toros!), y él, con seis (6) hombres, trabajando con él, y que él con seis (6) hombres trabajando en esas fincas abandonadas, tanto de cabildos, como de ajuntas y mientos o con dueños gandules y que se han bajado a la capital, él con su pequeña cuadrilla de media docena de (hombres) personas, él: plantaría, cultivaría y recogería de todo (papas, lechugas, cebollas, rábanos, berros, plátanos...), y además, tendría un rancho de cabras, y hasta media docena -uno por cada hombre- de cochinos. ¡Vamos, que él -con su equipo- produciría COMIDA. COMIDA, para tantos (incluidos los 100 [cien] restantes del ex-jardines y parques), y hasta le sobraría COMIDA, para Cáritas.
 
    Pero, nada de nada; ya saben, cómo han estado, plantando césped, regando flores de pascuas, y limpiando hojitas aquí y allá -¡como para coger una depresión, por la inutilidad, y el absurdo de no hacer sino el tonto!-; que a la par, fincas abandonadas, esperando manos que las cultiven, en manos de ajuntas y mientos, cabildos y particulares, donde todo se seca y se llena de maleza. Y así, donde antes habían: naranjeros, plataneras, mangos, aguacateros, etc., ahora solo se ven árboles secos, que recuerdan las películas del Oeste, como la del ahorcado; palos y ramas secas, impenetrables ya por la falta de poda, de limpieza, de cultivo, de... ¡sencillamente: todo abandonado!   
 
    Lo han dejado secar todo, y la verdad, que da pena; sí señor: ¡da pena y rabia! Todo seco, toda vacío, todo lleno de maleza, todo abandonado... Habría que dejar secar también a tanto gestor público, que solo hacen el paripé, idiotizando al hombre del campo, que nació con una azada en una mano y una jose en la otra, y lo tienen uniformado, con una manguera, parque arriba, parque abajo, en este jardín, y en el otro, plantando geranios, plantando pascuas, plantado hambre y vergüenzas. Habría -repito- que dejar secar a tanto babieca metido a gestionar lo público, a ver si se dan cuenta, que lo que hay que hacer es lo que propone mi sabio amigo, y no tanta jardinería y la mariconada de tanto parque y jardines, de plantar geranios y pascuas, y flores del coño su m....
 
    Todo se les va en proyectos, en embellecer, en imagen y en viajes... (aquí tres puntos, antes [arriba] cuatro).
 
    Pero conste, que hoy, no es -no soy- el Padre Báez, quien ha dicho algo o nada, sino mi amigo el agricultor, que sin pasar por Universidad alguna, es -no Licenciado, como uno- sino Doctor (y no "honoris causa", sino de los de verdad [especialista y técnico, ingeniero y maestro -aunque no sabe leer, ni escribir-], que está -repito- doctorado en PRODUCCIÓN SOSTENIBLE). Pero, he aquí la tragedia: es un hombre, perseguido por todos los Medios (el urbano, el ambiente y el natural), cual si un delincuente fuera; y ello, por el único delito o hecho, de mantener una tradición de más de quince siglos. Con decirles -me dice- no le dejan ya, ni hacer un corral para las cabras.
 
    Ante lo que antecede, solo cabe decir una frase: "¡qué pena, penita, pena...!"
 
    PD.- Mucho más me dijo mi amigo, el sabio agricultor, pero no les quiero hacer llorar.

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