Urgente: ¿Quién
me regala una baifita?...
... me acaba de llamar Saúl (tienen 13 años, tiene 4
baifas, es de Moya [exactamente Carretería]), y lo hace casi llorando; me pide
rece por ella, que está muy mala y seguro se le muere, que no come y está tirada
en el suelo; que seguro le entró un virus de esos, y que -insiste- rece por
ella, a ver si no se muere. Le digo, que si se muere, no se preocupe, que yo le
busco una, pero que dado lo que me dice seguro se le muere; le cuento, que a un
pastor de Cazadores, que tienen unas cuarenta (40), ayer me dijo se le habían
muerto dos cabras en esta semana y días atrás, hasta seis, que las cabras son
muy delicadas, y que cuando se ponen a morirse, difícilmente se salvan, salvo
que estén empanchadas, cuyo remedio es que no coman, pero que no suelen tener
remedio; le digo que el pastor del que le hablo, tiene una hija veterinaria y ni
así -con ella- se salvan sus cabras.
Y
es que Saúl, tanto ama a sus baifas, que me dijo en su día, cuando sea mayor le
gustaría tener más de cien; incluso ha llegado a pedirle al cabildo que esas
cabras que mata por el Macizo del noroeste, que se las dé a él. En fin, que si
mis amigos saben de quien va a matar o quitar una baifita, que si me la da, y si
quiere me acompaña y se la llevamos a Saúl. Creo, sería su mayor alegría,
reponer su baifita moribunda. La llamada fue anoche, y ya hoy, seguro, antes de
ir al Colegio, habrá enterrado su baifita. ¿No hay por esta caritativa isla
alguna alma buena, que me regale una baifita para llevársela -me acompañe o no-
a Saúl? Esta sería su alegría, seguir con su pequeño rebaño de -por ahora-
cuatro (4) baifas, y reponerle la que se le habrá ya muerto; será motivo de una
obra social, más allá de la caridad, que va por delante. No pide un juguete, ni
un ordenador, no quiere un móvil, ni un perro, tampoco me lo ha pedido, pero al
oírlo tan desconsolado y triste -casi no reconocí su voz- le prometí: no
te preocupes, seguro que se te muere, aunque voy a rezar por ella, pero si se
muere -ya se habrá muerto- yo te regalo una baifa. ¿Hay
alguien que le sobre, que sin sobrarle, quiera hacer feliz a un niño, que pinta
seguro de pastor, de lo que tan a faltas estamos? ¿No sería darle un voto de
confianza y apoyar esta vocación de ganadero? Por favor, ojalá encuentre eco mi
petición, y será grabada la escena y llevada a la televisión. Por favor, lo
pido: una baifita para Saúl.
El Padre Báez, que ante un cabildo matacabras, presenta
su contrario: Saúl, que llora, porque se le muere una baifita, y de cuatro (4)
que tenía se queda con tres (3); ¿no le va alguien a reponer sus cuatro (4)
baifas con el regalo de otra que sustituya a la que se le muere o murió? Lo pido
como alma en pena; sé de la alegría de este niño, que el que le done la baifa,
puede ser testigo de ello, y todas las ocho islas canarias (ahora tabaiberas),
podrá disfrutar de la escena de la entrega de esa baifa a un niño, que llora la
muerte de la cuarta que tenía. Hagamos esta gran obra de caridad, de amor, de
simpatía, de gozo, de bien..., a favor de una vocación de pastor de cabras, que
siempre recordará a un cura que le regaló una baifa, que alguien previamente me
la ha regalado y ambos -si quiere- vamos a entregársela. Espero alguien me dé, y
le dé esa alegría al jovencísimo Saúl. Puede contestarme por este medio, o si lo
prefiere, me llame a mi teléfono, el 928 71 48 50. E imagine la alegría de un
chiquillo, al volver del colegio, y su padre le diga, el cura te va a traer una
baifa que supla o sustituya la que se te murió anoche; seguro, que además con
este frío no habrá escapado. Espero -reitero- por favor: una baifita para
Saúl.
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“... un
niño...” (2 Re 5,1-15a). / “... muriendo su misma
muerte...” (de la homilía de san Basilio Magno,
obispo). / “... escucha, pueblo mío... hay miles de
cabras en nuestra tierra... ¿una baifita?...” (salmo 49).
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